martes, 3 de marzo de 2015

Wild Horses 12









CAPITULO 12


Llegaron al establo y se bajaron de los caballos. Lali se miró a si misma y se aguantó la risa. Estaba tan embarrada que si Poli la veía iba a darle un infarto. 


—Peter… —lo llamó. Él la miró y a ella le temblaron las piernas.
—¿Qué sucede? —quiso saber.
—¿Qué te parece si bañamos a los caballos? los pobres quedaron tan sucios y todo por nuestra culpa.
—¿Tú bañar a los caballos? —dijo y comenzó a reír.

Lali abrió los ojos y la boca de la sorpresa a causa de su risa. Aquella risa viajó a través de ella en forma de escalofrío. Era totalmente injusto que el hombre le provocara tantas cosas. ¿Cómo era posible?

—¿Qué? ¿acaso no puedo? —le preguntó recuperando sus pensamientos.
—Se te estropearían las uñas —le dijo divertido.
—No me subestimes, Peter. No he perdido la maña de hacer las cosas —le dijo amenazante.

Él sonrió levemente ante su tono de amenaza. No, él no debía subestimarla. Ella no era una mujer a la que podía subestimar. Debía admitir que no era como todas las mujeres refinadas y estiradas de la cuidad.

—Tienes razón, lo siento —se disculpó. Ella se aguantó una sonrisa.
—No sé, no sé si voy a perdonarte. Por mí puedes comerte tus palabras. Y no voy a perdonarte.
—Tú sabes que si lo harás, enana —sonrió Peter —jamás fuiste muy buena enojandote conmigo. Te durará apenas unos segundos.
—Ya te demostraré que vas a comerte tus palabras.
—Ya lo veremos. 


Peter se alejó un poco de ella para buscar las dos mangueras y bañar a los caballos. Se sentía extrañamente feliz. Se sentía emocionado. Estar con Lali lo hacía olvidarse de todo y de todos. Encontró las cosas y luego le 
tendió una manguera a Lali.

—¿Sabes? —comenzó a hablar ella —vivir en Londres jamás fue tan lindo como vivir aquí.
—Yo jamás me iría de Estados Unidos, ni mucho menos de este campo. Así que te creo cuando dices que jamás fue tan lindo.

Ella rió por lo bajo. Sabía que él le diría algo así. Peter amaba aquel lugar.
Lali desenroscó la manguera y se acercó a White.

—¿Listo para asearte, bonito? —le preguntó al caballo. White le contestó.
—El que limpia primero al caballo, gana —dijo él.

Ella sonrió y asintió levemente. El juego comenzó. Aquel instinto de competencia estaba dentro de ella de una manera asombrosa. Le gustaba competir con Peter. Era algo total y completamente sano.
Lali rió divertida cuando White sacudió su cuerpo, provocando que ella se mojara. ¡Hacía cuanto que no hacía nada de esto!
Peter vio como ella iba tomando ventaja en eso. No pensó que sería tan rápida, y de alguna manera quería ganarle. No sabía o entendía bien por qué. Pero tenía que hacerlo.
Así que decidió tomar ventaja. Sin que Lali se diera cuenta, él quitó la manguera del caballo y la apuntó.
Lali pegó un pequeño grito al sentir la fría agua sobre ella.
Peter comenzó a reír con fuerza, todo esto era tan divertido.

—¡Eres un tramposo! —le reprochó ella.
—No lo creo, señorita cuidad —le dijo él sin dejar de reír.

Ella tomó su manguera y lo mojó. Él la miró sin poder creerlo, y la volvió a mojar. Ambos reían. Parecían dos niños pequeños jugando con el agua y saltando y corriendo.

—Ya, ya me rindo —dijo ella agitada de tanto correr y saltar.
—Si, yo también —le dijo él mientras se sentaba en un banco. Lali lo miró divertida y negó con la cabeza —¿qué sucede?
—Nada, solo recuerdo cosas.
—¿Qué cosas? —le preguntó mientras veía como ella se sentaba a su lado. Su piel se erizó y no fue a causa de que estaba mojado. Su corazón bombeó más sangre de la normal al sentirla tan cerca. Ella lo miró fijo a los ojos.
—Recuerdos que tengo de todo esto… recuerdos de ti, recuerdos de nosotros.

Peter no pudo evitarlo y levantó una de sus manos para secar una pequeña gota de agua que pendía de la comisura derecha de la morena.
Lali se congeló. Cada célula de su cuerpo fue conciente de aquel gesto tan… simple. La respiración se le atoró en la garganta. Quiso levantarse y salir corriendo de aquella extraña sensación. Pero no consiguió moverse.
Peter quitó al fin la pequeña y molesta gota, pero no fue capaz de dejar de acariciarla. Llevó su mano hasta su mejilla, y como lo había hecho la primera vez que la volvió a ver, la acarició.
Ella suspiró. Debería sentirse completamente alarmada por aquello, pero no lo hacía. Es más, ella quería quedarse así.
Ambos se sobresaltaron ante el repentino sonido de algo rompiéndose. Giraron la cabeza para ver como White se paraba entre sus patas traseras y luego salía hecho una fiera de la caballeriza. Peter se puso rápidamente de pie.

—¡White! —lo llamó en un grito y salió rápidamente para ver hacia donde se dirigía.

Lali lo siguió. Aun estaba algo tonta por lo que había pasado.

—¿Qué sucede? —le preguntó confundida.

Peter seguía mirando el camino del caballo. No podía dejarlo, tenía que ir tras él.

—Algo no… —la miró y no pudo decirle nada. Ella estaba tan cerca. Lali fue conciente y se alejó rápidamente.
—Lo siento —dijo apresurada. Peter sacudió la cabeza.
—Va a ser mejor que vuelvas a la casa. voy a ir a buscar a White…

Entró de nuevo al establo, ella detrás de él. Peter se acercó a un nuevo caballo y lo montón sin ningún problema.

—Pero, Peter, estás todo mojado —dijo preocupada.

Él le dedicó una pequeña sonrisa.

—No te preocupes, enana —la calmó —casi siempre vivo así.

Sin decir más nada salió galopando en el caballo. Lali se quedó parada observando el lugar por el que él había salido. No era posible que él hombre se viera tan bien mojado, sudado, lleno de barro y olor a caballo. Pero lo hacía.
Una suave brisa sopló dentro del establo haciéndola temblar. Decidió hacerle caso a Austin y volvió a la casa.
Cuando ingresó el reconfortante calor hogareño la hizo cerrar los ojos. Lo que ella necesitaba ahora era un buen baño de espuma y dormir un poco.
Pero a decir verdad no iba a poder hacerlo. No hasta que Peter volviera y ella lo viera sano y salvo. Subió hasta su habitación, entró al baño y abrió la puertita en donde estaba el espejo para sacar las sales de baño. Cuando la cerró dio un respingo ante el repentino reflejo de Poli detrás de ella.

—¡Poli, me asustaste! —lo retó.

El moreno sonrió pícaramente. Ella ya conocía esa sonrisa.

—¿Dónde estabas? —preguntó.
—Mmm… yo estaba…
—¿Por qué estás toda mojada?
—Bañé a los caballos y tan torpe como soy, ya sabes, me terminé bañando yo.
—¿Se puede saber que estabas haciendo con el papitaso de telenovela?
—Nada, yo no estaba haciendo nada —dijo nerviosa.

De repente recordó la manera en la que él la había acariciado en el establo. Había sido tan tierno, tan delicado.

—Pero por favor, querida —dijo como si estuviera ofendido. Se acercó a la bañera y prendió el agua mientras le quitaba a Lali las sales de las manos —¿cuándo vas a entender que no puedes ocultarme nada? soy como tu gemelo, sé todo lo que te sucede, siento tus emociones.
—Wow, eso me asusta —dijo ella.
—Lo que pasa es que tú te estabas haciendo la Heidy en versión moderna y en morocha. Te vi, Sweetness. Te vi yéndote con el bombón campestre hacia el bosque ¿qué hicieron?
—No hicimos nada de lo que estás pensando —aseguró ella.

Poli soltó una divertida carcajada

—Yo no pensé nada. La que esta pensado eso eres tú.

Lali lo miró con los ojos entrecerrados.

—Solo me acompañó a montar, ¿contento?
—Mucho —sonrió.
—Poli...
—¿Qué? —inquirió.
—A ti… ¿te gusta Peter?
—¿Si me gusta Peter? —dijo confundido —claro que si, ¿a quien no? 




CONTINUARA...

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