miércoles, 4 de marzo de 2015

Wild Horses 14





CAPITULO 14

Peter llegó justo cuando vio que Robert Igarzabal intentaba entrar a la casa de los Esposito a la fuerza. Carlos y su madre le hacían frente en la puerta. Se bajó rápidamente de su caballo y se acercó con paso decidido. En ese momento Federico, el hijo mayor de Robert, se giró a verlo. Sonrió con malicia.


—Pero miren a quien tenemos aquí —dijo con sarcasmo—al peón jefe. 
—Cállate, Federico —dijo Robert —no estamos aquí para juegos infantiles, vinimos a buscar a tu hermana. Déjame pasar, Esposito.
—Ya te dije, Robert, tu hija no está aquí.
—Entonces ¿por qué no me dejas entrar?
—Porque usted no es bienvenido aquí —habló Mimí apuradamente —no después de lo que sus hijos le hicieron a mi sobrino.
—Ya dije que fue un error.
—Si, haber fallado —murmuró Alejandro. Robert lo miró mal.


Peter se acercó hasta dónde estaba su madre y Carlos, se paró delante de ellos y miró fijo a Robert Igarzabal.

—Creo que el señor Esposito fue claro, señor Igarzabal. Su hija no está aquí.

Robert se acercó otro paso a él, desafiándolo. Peter ni pestañeó, la verdad era que no le tenía ni un poco de miedo a ese hombre. Entonces Federico y Alejandro sacaron sus armas.

—Van a dejarme pasar —aseguró Robert.
—No —sentenció el rubio. Sintió la mano de su madre apretarlo con fuerza por detrás.
—Esto es demasiado, Igarzabal —dijo Carlos algo nervioso —no tienes ningún derecho a amenazar a mi gente.
—Entonces déjenme pasar.
—¿Qué sucede aquí? —preguntó ella.

Todos los ojos giraron a verla. Lali estaba parada con una mueca preocupada, y a su lado estaban Rochi y Poli, con dos canastas en las manos. Robert se alejó de Peter y sus hijos guardaron sus armas.

—¿Lali? —preguntó Federico. Ella lo miró y al instante puso cara de desagrado.
—Federico —le dijo distante y volvió la vista a Peter —vuelvo a preguntar, ¿qué sucede?

Robert dio unos pasos hasta Rochi y justo cuando iba a tomarla del brazo, Lali se puso en su camino. El ojiverde se tensó.

—Rochi, ven aquí —le dijo. Ella ni se movió.
—Espere, espere, espere —dijo la morena —necesito saber que sucede.
—Ellos vinieron a buscar a Rochi porque creyeron que estaba con Gas.

Lali y Poli soltaron unas sonoras carcajadas y se miraron realmente divertidos.

—¿Con Gas? —dijo el rubio —por dios, el pobre no puede ni salir de la cama después del disparo que le dieron.
—Y Rochi ha estado con nosotros todo el día, juntando huevos —dijo Lali mientras le mostraba una de las canastas.

Robert los miró consecutivamente a los tres, parecía no estar del todo convencido. Pero luego de unos cuantos segundos soltó un suspiro y se giró a ver a Carlos.

—Lo siento, Esposito.
—Está bien —dijo Carlos.
—Nos vamos, muchachos —les dijo a sus hijos —Rochi.

La chica le entregó la canasta a Lali con una pequeña sonrisa en los labios.

—Muchas gracias —murmuró.
—De nada —sonrió ella.

Rochi se acercó a su padre. Luego de unos cuantos segundos todos vieron como ellos se alejaban. Lali y Poli suspiraron aliviados, habían logrado convencer al ogro. Chocaron sus manos y luego hicieron el baile que habían sacado de juego de gemelas.
Peter los miró divertido, al igual que Carlos y Mimi.

—En realidad no estuvieron todo el tiempo con ella, ¿cierto? —preguntó Carlos.
—No —dijeron los dos al unísono.
—Estaba por ver a Gas, ¿verdad? —preguntó Mimí.
—Si —volvieron a decir como loritos.
—Vamos a tener que ponerle verdaderamente los límites a ese jovencito —dijo la madre de Peter —pero ya, entremos que el sol ya no está y la noche se pone algo fresca.

Todos asintieron. Pero Lali y Peter se quedaron parados en sus lugares, mientras que el resto ingresaba a la casa. La morena le sonrió levemente, él también lo hizo. Parecían dos tontos.

¿Qué pasó con White? —preguntó ella luego de unos segundos.
—¿Quieres ir a ver? —dijo él.
—Si —asintió emocionada.
—Bien, vamos.

Se acercó a ella y tomó su mano para conducirla hasta su caballo. Se subió el primero y luego la subió delante de él. Lali se puso algo nerviosa. Estaban demasiado cerca el uno del otro. Su corazón comenzó a palpitar con más fuerza.

Peter tenía aun el pelo húmedo por su tonto juego en las caballerizas, pero su ropa estaba seca. Lali se percató de que él se tensaba. ¿Sería por el mismo motivo que ella? sin importar cuanto quisiera mirarlo a la cara, mantuvo la vista al frente.
Peter comenzó a andar. El suave viento de la noche les golpeó el rostro. Y no se dijeron nada en todo el camino, era como si no pudieran hablarse. El galope del caballo comenzó a disminuir. Lali vio que entraban como a un viejo establo. Peter giró a la derecha y se detuvo. La bajó a ella y luego se bajó él.

—¿En dónde estamos? —preguntó la morena.
—Ya verás —dijo él.

La volvió a tomar de la mano. Un tonto cosquilleó se formó en el estomago de ella. Era tan lindo que él la tomara de la mano como cuando eran niños. Era para darle seguridad. Caminaron entre la oscuridad hasta detenerse en la nada. Lali frunció el ceño y de repente Peter la soltó. Sintió miedo.

—¿Peter? —lo llamó.
—Espérame un segundo que voy a buscar un poco de luz.

Ella solo asintió, aunque sabía que él no podía verla. Los segundos comenzaron a pasar lentamente para Lali. Ella podía escuchar perfectamente a Peter buscando algo, pero estaba nerviosa. Quería que él volviera a tomar su mano.

Entonces una luz se prendió. Ella entrecerró un poco los ojos, para poder mirar bien. Y allí estaba su caballo blanco, parado al lado de una yegua de color negro.

—¿White? —lo llamó. El caballo la miró y relinchó un poquito.

Peter volvió a acercarse a ella y se puso a su lado, mirando a la linda pareja frente a ellos.

—Espera a ver lo que hay entre ellos —le dijo por lo bajo. Ella frunció un poco el ceño y de repente algo pequeño y blanco salió debajo de la yegua. Los ojos de Lali se abrieron bien a causa de la sorpresa.

—Me muero —musitó anonada—
—Si, eres abuela —dijo Peter.

El pequeño potrillo caminó unos pasos torpes hacia ellos, pero luego volvió hacia atrás. Lali lo miró realmente enternecida. Era la cosa más bonita que ella había visto en su vida. Tenía hasta los ojos claros de White, pero la diferencia la hacía la mancha color negro en su ojo derecho.

—Es tan hermoso —dijo ella emocionada.
—Si —murmuró Peter —cómo tú…

Lali siguió con la mirada fija en el potrillo, pero había escuchado perfectamente esas palabras. Aunque estaba segura de que él no había querido decirlas en voz alta, ya que apenas las había susurrado.
Lo miró de reojo, él miraba fijamente al frente, y ella pudo distinguir un pequeño sonrojo en su rostro. Se aguantó las ganas de reír.

—¿Cómo se llama? —preguntó para cambiar de tema. Peter se acomodó la garganta.
—No lo sé… no le puse ningún nombre ¿cómo quieres llamarlo? —le dijo.
—No soy buena para los nombres. Le puse White a mi caballo blanco, es un poco obvio que es blanco, ¿verdad?

Peter rió por lo bajo y la miró. Sus miradas conectaron. Y sus rostros de diversión desaparecieron, para pasar a rostros de concentración. Más bien a rostros de tontos. Lo único que haría que dejaran de mirarse así sería que Poli o alguien los viniera a buscar, interrumpir o lo que fuera.
Peter quiso que eso pasara. Porque por alguna estúpida razón quería acercarse más a ella, juntar sus frentes y luego sus labios.

—Que se llame Apolo —dijo Peter precipitadamente. Tenía que pensar en otra cosa.
—Si, estoy muy de acuerdo —asintió ella, también tenía que pensar en otra cosa que no fuera agarrar y besarlo.



CONTINUARA...

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