domingo, 29 de marzo de 2015

Wild Horses 31






CAPITULO 31

Lali fue la primera en entrar, pero se detuvo al ver que Peter no la seguía. Se giró a verlo.


—¿Por qué no vienes? —le preguntó.
—Yo… ¿quieres que entre? —dijo inseguro.
—Claro que si, Peter, te necesito aquí… conmigo.

Él sonrió e ingresó. Poli también entró junto a ellos y cerró la puerta con cuidado. Lali se acercó rápidamente a la cama al ver a su padre con los ojos levemente abiertos.

—Por Dios, papá… me asustaste tanto —le dijo ella y se acercó a él para abrazarlo. Carlos sonrió levemente.

La puerta de la habitación se abrió y Mimi ingresó como un rayo. Corrió hacia la cama y se sentó del otro lado.

—Dios santo, estás bien —lloró y también lo abrazó.

Lali sonrió y se puso de pie. Miró al ojiverde y este se encogió de hombros. Mientras Mimi abrazaba y lloraba sobre Carlos, ellos dos y Poli se acercaron al doctor.

—¿Qué es lo que tiene, doctor? —preguntó Peter.
—No es para alarmarnos —les dijo primero —pero si para tomar precauciones. Carlos sufre de presión alta… por eso últimamente ha estado teniendo dolores de cabeza, mareos y falta de aire, como me lo ha mencionado…

Lali miró a su padre.

—¿Por qué no me dijiste nada? —le preguntó enojada. Carlos se sentó en la cama, con la ayuda de Mimi.
—No quería preocuparte, hija…
—Eres un… inconciente —le aseguró —pero ya voy a hablar seriamente contigo… prosiga doctor.
—Esto de la presión se puede deber o mejor dicho… se debe a una serie de situaciones de nervios y preocupaciones.
—¿Qué más me has estado ocultando, Carlos Esposito? —dijo la morena sin poder creerlo.
—Ya niña Lali —dijo Mimi —no lo retes más…

Lali suspiró y volvió la vista al frente.

—¿Qué es lo que tenemos que hacer? —le dijo al doctor.
—Debe descansar, relajarse, estar en cama, dar paseos tranquilos… eso si, ya nada de sal en las comidas. Y no más negocios por un tiempo.
—Doctor… —murmuró Carlos. Todos lo miraron —usted no me puede pedir dejar mis negocios. Todo se va a venir abajo…
—Yo voy a hacerme cargo de ellos —sentenció Lali.
—Pero hija, estás son tus vacaciones…
—También las tuyas, papá. Yo puedo hacerlo, Poli va a ayudarme y —miró a Peter y no pudo evitar sonreír —Peter también.
—Claro que si, señor —dijo él.
—Bien —suspiró Carlos —voy a tomarme las vacaciones… realmente.

Todos sonrieron. El doctor guardó sus cosas y caminó hacia la puerta.

—Lo acompaño abajo, doctor —dijo Poli. Ellos dos salieron de la habitación. Lali se giró a ver a su padre.
—Te vas a salvar de mi regañada, Carlos Esposito, solo porque no quiero que te vuelva a dar un ataque…
—Lali —sonrió él —voy a estar bien, hija. Voy a hacer todo lo que me diga el doctor ¿si?
—Más te vale —miró la escena de Mimi sentada a su lado. Ellos dos necesitan unos momentos a solas. Miró a Peter —¿me acompañas a hacer una sopa para mi padre?
—Por supuesto —asintió él.

Salieron con cuidado del cuarto. Y suspiraron a la vez cuando cerraron la puerta. Ahora estaban solos. Si, solos. El corazón de Ally se aceleró.

—¿Lali? —dijo Peter.
—¿Si? —preguntó ella.
—Voy a besarte…

Ella rió y comenzó a retroceder. Jugar un poco en aquel momento podía ser realmente relajante.

—Solo… si logras alcanzarme, salvaje —aseguró y comenzó a correr.

Corría tan rápido como podía. Pero entonces giró la cabeza y Peter no estaba detrás de ella. Frunció el ceño, ¿por qué no la había seguido? ¿acaso no había entendido el juego?
Llegó hacia las escaleras y las bajó sin dejar de mirar hacia atrás. Se sentía algo decepcionada. Él no la había seguido. Pero entonces chocó con algo y ahogó un grito… miró al frente y él estaba allí. ¿Cómo demonios lo había hecho?

—Te atrapé —dijo tomándola de cintura. Ella miró hacia atrás y balbuceó tontamente.
—Pero… pero… ¿cómo es que… estás aquí? ¡no me seguiste! —exclamó.
—Primero te beso, y luego te explico —sonrió él.

Bajó la cabeza y capturó sus labios. Lali cerró los ojos y abrió la boca, recibiendo su sabor. ¡Que descarada que estaba siendo! besar así como si nada a un hombre que todavía tenía novia. Pero no le importaba, realmente no le importaba.

—¡¿QUE SIGNIFICA ESTO?! —chilló ella.

Ellos se alejaron asustados y se giraron a verla.

—¡Belen! —dijo Peter. La castaña los miraba sin poder creerlo.
—Uups, creo que hoy mataremos dos pájaros… ¿de dos tiros? —inquirió ella en voz baja.
—¡Estoy esperando una respuesta! —gritó histérica.

Peter tragó saliva. Ya era hora de dejar todas las cosas bien claras 


CONTINUARA...

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