viernes, 13 de marzo de 2015

Wild Horses 21







CAPITULO 21

El silencio que había allí adentro los dejaba escuchar con perfecta claridad los sonidos de la lluvia y el viento. Entre ellos ya no había tensión, solo un poco de confusión. Peter sintió como el cuerpo de Lali se relajaba contra él, y supo que estaba por quedarse dormida.


—¿Vamos a dormir? —le preguntó.

Ella solo asintió. Se pusieron de pie y Peter arregló un poco el improvisado colchón que había armado. Le dio el paso y ella se acostó. La tapó con una de las sábanas y se sentó en el suelo, a su lado.

Lali lo miró extrañada. No esperaba que él se sentara allí, sino que se acostara a su lado. El colchón era amplio y ambos entraban perfectamente.


—Peter, ¿acaso vas a dormir allí sentado?

Él la miró algo sorprendido por su pregunta. No tenía ningún problema en dormir así, no le resultaba incomodo.

—Si, ¿Por qué?
—Ven aquí, Peter —le dijo y abrió las sábanas indicándole el lugar —entramos los dos… no quiero que duermas sentado.


Estaba sorprendido, si. No esperaba que ella le dijera aquello. Sintió cosquillas en la panza, pero sacudió la cabeza.

—Yo… no creo que sea correcto.

Lali sonrió.

—Hablas como un anciano, Lanzani —le aseguró —cuando éramos niños dormíamos hasta en el suelo del establo juntos…

‘Pero ya no somos niños’ —pensó él.

—Lo sé —le dijo —pero yo aquí estoy bien. No quiero que duermas incomoda.
—¿Puedes dejar de tratarme como a una princesa? no lo soy. Conozco los dolores, las incomodidades, etc. No soy de cristal, Peter. No me rompo. Ni me quejo.
—Pero le temes a las tormentas…
—Eso le puede pasar a cualquiera. Desde a la princesa Carolina de Mónaco, hasta a un pobre hombre que duerme en la calle.
—No me refería a que no eres fuerte o capaz, Laloi —le sonrió —solo… aagh, nada.

Se puso de pie y se acostó a su lado. Lali sonrió abiertamente sin que él la viera. Estaba segura de que aquello era solo una tonta excusa.

—¿A quien iba a abrazar si no era a ti cuando haya un rayo? —le preguntó.

Peter suspiró, se acomodó mejor y abrió sus brazos para ella. En ese momento un trueno llegó y Lali lo abrazó más rápido de lo que se tarda en dar un respiro. Una estúpida sonrisa se le escapó, ella lo hacía sentirse así. Su corazón latió rápido cuando ella apoyó la cabeza en su pecho.

—Hasta mañana, súper Peter —le dijo. Él sonrió aun más.
—Hasta mañana, enana bonita.

Él comenzó a despertarse, por el suave canto de un pájaro. Abrió un ojo para encontrarse en un lugar que no era su habitación. Miró a su alrededor y reparó que estaba en un viejo establo. La luz del sol entraba implacable por la ventana. Entonces se despertó del todo y recordó por qué y con quien estaba allí. Bajó la mirada hacia el suave peso que descansaba contra su pecho. Su corazón comenzó a latir rápido al tener su bello rostro tan cerca. ¿cómo podía ser tan hermosa? ¿cómo podía hacer latir su corazón de aquella forma?
Debería estar sintiendo rencor por ella, por haberle roto el corazón siendo solo un niño. Pero extrañamente no podía sentir aquello por ella. Y lo que sentía lo confundía, lo abrumaba. Se encontró levantando la mano y corriendo el cabello negro que caía sobre su frente. Lo llevó detrás de su pequeña oreja, en una caricia silenciosa. Ella se movió un poco, pero no despertó. Se concentró en mirar cada facción de ella, cada línea de expresión. Estaba complemente relajada, una pequeña sonrisa parecía tirar de las comisuras de sus labios. Sus pestañas se arqueaban elegantes e imponentes en aquellos ojos suavemente cerrados. Con cuidado acarició aquella parte de su rostro, luego bajó por su nariz, siguió bajando hasta descansar el pulgar contra su labio inferior. Estaba húmedo y algo tibio. Hizo una pequeña presión separándolo del otro labio y entonces un suave suspiro escapó de la boca de ella. Al instante el dejó de tocarla.

Lali se removió de nuevo y esta vez sus ojos se abrieron lentamente. Lo miró algo confundida con los ojos entrecerrados, pero luego de unos segundos le regaló una linda sonrisa.

—Buenos días —lo saludó con la voz algo rasposa.
—Buen día, enana —dijo él algo nervioso. Ella volvió a cerrar los ojos sin dejar de sonreír. Se acomodó para seguir durmiendo —oye, no sigas durmiendo. Debemos levantarnos, hay un sol radiante.
—Nooo —se quejó —Un ratito más.
—Lali —rió él —si nos vamos ahora vas a poder dormir más cómoda en tu cama.
—Dormir contra ti también es muy cómodo.

Entonces abrió los ojos para mirarlo. A Peter se le cortó la respiración, realmente estaban cerca, a escasos centímetros.

Lali se olvidó de cómo respirar. Todo su cuerpo fue conciente de la cercanía de él, del calor y protección que le brindaba. Ahora que lo tenía así de cerca podía apreciar perfectamente el color miel de sus ojos. Pequeñas motas de un color dorado se esparcían por su perfecto iris y sus pupilas negras se agrandaban cada vez un poco más. Ella se mordió el labio inferior mientras sin intención bajaba la mirada a la boca masculina. ¿Era normal las ganas terribles que tenía de besarlo? no, no lo era. Encima se veía demasiado bien con aquella expresión de recién levantado, algo despeinado y mirándola de manera tierna.
‘Al diablo con todo’ —pensó Peter. Él tenía que besarla, quería hacerlo. Acercó su rostro un poco más al de ella. Solo para ver si se alejaba. Lali no se alejó, sino que también se acercó un poco. Cerraron los ojos y se acercaron otro poco. Sus labios rozaron los de ella. Fue una pequeña caricia que hizo estragos en él. Se alejó un poco para observarla. Ella tenía los ojos cerrados y los labios levemente separados para él. Sonrió bobamente y volvió a acercarse.

Pero se detuvo al escuchar aquel peligroso sonido. Lentamente abrió los ojos para observar lo que justo había detrás de Lali. Se paralizó al ver que era nada más y nada menos que una maldita serpiente de cascabel, y agitaba su cola, enojada.

—¿Peter? —inquirió ella y abrió los ojos para mirarlo.
—No te muevas —murmuró él.
—Pero, ¿qué sucede? —quiso saber.
—Tú solo quédate quieta —le ordenó.

La cascabel seguía agitando su cola con furia.Peter sabía que si Lali hacía algún movimiento la serpiente iba a atacar. Pero tenía que sacarla de allí.

—Peter, ¿qué pasa? —dijo ella. No entendía nada. Él iba a besarla, pero de repente no lo había hecho.
—Voy a moverte hacia mi lado, Lali. Hay una serpiente detrás de ti…

Ella se tensó al instante.

—¿Una… serpiente? —inquirió nerviosa.
—Tranquila, no voy a dejar que nada te pase —le aseguró. Ella solo pudo asentir. El miedo recorría cada parte de su ser —voy a contar hasta tres, bonita, y te voy a pasar para este lado ¿si? —volvió a asentir. Ni siquiera se animaba a hablar —uno… dos… tres…

La alzó rápidamente de una manera tan natural y fácil que Lali pensó que no pesaba ni un gramo. La rodó hacia su lado y entonces él sintió un fuerte pinchazo en su hombro derecho. Siseó por lo bajo.

—¡Peter! —exclamó Lali y observó como la serpiente se alejaba a toda prisa de ellos. Se acercó a él y vio como la remera comenzaba a llenarse de sangre justo en su hombro —oh por dios, Peter…

Simplemente le desgarró la remera para ver mejor la herida.

—Lali —dijo él algo agitado —ve a buscar un poco de ayuda.
—¡No voy a dejarte aquí solo! —dijo nerviosa —debe haber algo que yo pueda hacer en este momento…
—Necesito que alguien extraiga el veneno —dijo apretando los dientes. El dolor comenzaba a ser insoportable. Sentía como el veneno comenzaba a correr por su sangre —y no quiero que tú lo hagas…
—¡Claro que voy a hacerlo! —chilló y tomó su rostro —dime que tengo que hacer.
—No, Lali, no…
—¡Dímelo! —le exigió. Él suspiró, ella podía ser muy terca.
—Tienes… tienes que extraer el veneno, succionando la herida y escupiendo toda la sangre que saques de allí.

A Lali se le revolvió el estomago. Jamás había sido una persona muy tolerante a la sangre. No sabía como era que todavía no se había desmayado al ver la sangre de Peter. Pero iba a hacerlo.

—Voy a hacerlo, Peter —le contó —voy a hacerlo.


CONTINUARA...

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