martes, 10 de marzo de 2015

Wild Horses 19





CAPITULO 19

Ella miró a su alrededor, reparando en lo tétrico que se veía aquel lugar. Las viejas historia que su padre le contaba a Peter y a ella cuando eran niños rondaban por su cabeza. Y en ese momento estaba en las viejas y misteriosamente abandonadas tierras de los Mcadams. 
Simplemente se sentía como una niña, no tenía otra explicación. Se abrazó a si misma cuando un nuevo escalofrío bajó por su espalda.
Peter se había ido a buscar algo para poder secarlos. Ella había decidido quedarse sentada cerca del fuego… y al parecer no había sido una buena idea. Escuchaba algunos sonidos, no estaba segura de lo que podían ser. Y la tormenta seguía siendo intensa afuera. Para su suerte ningún trueno había vuelto a sonar. No quería estar sola cuando eso sucediera.
Se sobresaltó un poco al ver a Peter saliendo repentinamente de la oscuridad con un par sábanas y toallas.

—Tranquila, soy yo —le dijo.
—Lo sé —asintió ella —¿de dónde sacaste eso?

Peter le tendió una toalla y se acercó a ella para sentarse a su lado.

—Del lado trasero hay una especie de patio con techo… estaban colgadas en una especie de tender. Las revisé y están limpias.

Lali miró extrañada la toalla que tenía en la mano pero no lo dudó y se secó un poco el pelo para luego envolverse con ella.

—¿La lluvia sigue siendo fuerte? —le preguntó.
—Así es… hacía bastante que no llovía de esta forma.

Se puso de pie y sin decir nada se quitó la camisa. La mandíbula de Lali se abrió hasta casi tocar el suelo. Sintió que la sangre le corría a toda velocidad hacía sus mejillas. Al instante giró dándole la espalda.

—¿Qué estás haciendo, Peter? —le preguntó algo nerviosa.

Él la miró divertido al verla mirando hacia otro lado.

—Voy a empezar a secar mi ropa por partes… no quiero dormir empapado —le dijo y estrujó su camisa para luego estirarla cerca del fuego —deberías hacer lo mismo.
—Si, claro —dijo irónicamente —¿y que voy a ponerme mientras tanto?
—Te puedes envolver con la toalla que acabo de darte o si quieres te improviso un vestido con una de las sábanas.

Ella se mordió los labios. Quería girar para mirarlo pero no se animaba… ¡por dios! ¿cómo podía un hombre ser tan perfecto? pero se armó de valor y giró su cabeza para mirarlo sobre su hombro. Él estaba sentado, con la toalla alrededor de sus anchos hombros. Miraba fijamente el fuego, pero de repente levantó la mirada hacia ella.

—Voy… voy a sacarme la remera —le dijo ella —pero… no mires.

Él evitó sonreír, pero sus comisuras se elevaron sin permiso. Sin decir nada comenzó a girar hasta darle la espalda.

—No voy a mirarte, lo prometo —dijo mientras alzaba una mano.

Lali se puso de pie y dejó la toalla a un costado. También se dio la vuelta, no quería mirarlo mientras se sacaba una parte de la ropa. Trató de hacerlo rápido, pero sus nervios la estaban traicionando. Logró quitarse la mojada remera y la estrujó lo más que pudo.
Peter escuchaba uno y cada uno de sus movimientos con mucho cuidado. En ese momento estaba terminando de estrujar su remera. Entonces la curiosidad lo embargó. Tenía que mirarla un poco… solo un poco. Lentamente comenzó a girar la cabeza, hasta tenerla en su línea de visión. Su corazón comenzó a latir con fuerza al ver que estaba de espalda… era la espalda más pequeña y ‘suave’ que él había visto. Su piel era dorada y el fuego hacía un raro juego de luces contra ella. La observó detenidamente, no había ninguna imperfección en ella. Vio como su piel se erizaba, él tragó saliva. Tenía que dejar de mirarla, pero se le estaba haciendo imposible.
Lali subió las manos por su espalda para desabrochar su sostén y poder sacarlo también… era incómodo tenerlo así. Pero entonces se detuvo, algo le decía que debía mirar hacia atrás. Giró la cabeza y se encontró con su mirada.

—¡Peter! —lo retó. Él miró rápidamente al frente mientras reía nervioso y divertido.
—Lo siento, lo siento… no vi nada, lo juro.

Ella volvió la vista a dónde estaba y terminó de quitarse el sostén. Tomó rápidamente la toalla y se envolvió con ella, como si acabara de salir del baño. Todavía tenía puestos sus vaqueros… y no planeaba quitárselos.
Se sentó mirando de nuevo al fuego, colocó su ropa a un costado de ella y rogó a dios que se secara pronto.

—Ya puedes girar —le avisó al ojiverde, por lo bajo.

Peter soltó un suspiro y giró, pero no la miró. Tiró una ramita al fuego y se abrazó a sus rodillas.
Lali lo observó en silencio. Miró detenidamente su perfil. La luz del fuego se reflejaba en sus ojos. Todavía no creía que aquel era su Peter, su primer amor. Bajó la mirada hacia la confección de sus brazos. Era como si él estuviera hecho de hierro, parecía irrompible. Siempre había sido fuerte, pero ahora se notaba más. Él era un hombre trabajador y cada músculo que surcaba su cuerpo era muestra de ello. De repente él la miró.


—¿Por qué te fuiste así de la cocina la otra noche? —le preguntó.

Eso la tomó completamente desprevenida. Se esperaba cualquier cosa, menos esa pregunta. El estomago se le encogió. ¿Qué iba a decirle ahora? no podía decirle: ¿sabes que, Peter? estaba celosa, si muy celosa.
Sacudió la cabeza. Pero si no le decía eso. ¿Qué cosa iba a decirle?

—Yo… —dejó de hablar y suspiró.
—¿Tú, qué? —dijo él para que siguiera hablando.

Por alguna razón él necesitaba escuchar sus razones, para así quedarse completamente tranquilo.

—Sentí celos —dijo al fin luego de unos cuantos segundos.

Peter la miró bien, sus ojos se abrieron más de la cuenta. ¿Qué era lo que ella acababa de decir? ¿celos? frunció el ceño y sacudió levemente la cabeza para volver a mirarla.

—¿Qué? —fue lo único que le salió decir.

Ella comenzó a mover nerviosa un pie.

—Si… me… me puse celosa… eso —no sabía de donde estaba sacando el valor para decirle aquello, pero lo estaba haciendo —me enojé,… a decir verdad no estaba enojada, solo molesta. Fue raro.

Él trató de digerir una y cada una de sus palabras. Estaba algo confundido. ¿Fueron celos o molestia?

—¿Quién es Benjamin? —preguntó luego de guardar silencio por varios minutos.

Los ojos de Lali se abrieron como platos.

—¿Cómo sabes de él? —se apresuró a preguntarle. Si había sido Poli, iba a matarlo.
—Te escuché hablando por teléfono el día que llegaste.

Ella apartó su mirada de él… la había escuchado discutiendo con Poli, entonces la había visto llorar, y decir cosas que en realidad no eran verdad.

—Benjamin es… mi novio —le dijo al fin.

Peter sonrió sin ganas y volvió a tirar una ramita al fuego. Él ya sabía eso, pero escucharlo de ella fue como recibir un golpe en medio de la cara.

—¿Estás enamorada de él? —quiso saber.

Al instante ella lo miró. Hablar de esto con Peter era lo más… extraño del mundo. No le parecía correcto, pero al parecer estaba muy interesado en saber.

—Creo… que si —le contestó.
—Entonces lo que sentiste el otro día no fueron celos… solo incomodidad.

Ella asintió levemente. Tal vez él tenía razón y lo que había sentido cuando vio a esa chica besándolo no habían sido celos. Pero volvió a recordarlo, y la presión en su pecho volvió. Y esas estúpidas ganas de agarrar de los pelos a esa teñida también.

—¿Hace mucho que estás con… Belen, cierto? —le preguntó.
—Si, Belen —asintió y alzó ambas cejas mientras miraba fijamente la nada —hace 3 años que estoy con ella.
—Oooh, que bueno —murmuró. Pero para sus adentros no era bueno. Era horrible, simplemente un asco.
—Si, es bastante tiempo.

Un sonido proveniente de la oscuridad alertó a ambos. Lali se arrastró rápidamente hasta quedar al lado de Lali. Se ocultó un poco tras su espalda.

—¿Qué fue eso, Peter? —le preguntó por lo bajo y con voz angustiada.
—Shhh —la calmó él mientras miraba hacia el lugar de dónde había provenido el ruido —tranquila, seguro fue el viento.

Algo cayó al suelo, en el mismo lugar de antes. Lali se acurrucó más contra Peter.

—¿Quién anda ahí? —preguntó el ojiverde en voz alta.

Entonces un trueno iluminó todo, mostrándoles a ambos la sombra de alguien parado frente a ellos.

CONTINUARA....

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