miércoles, 8 de abril de 2015

Tangled #13




CAPITULO 13

El viaje a mi departamento fue un ejercicio de conducción acrobático. Intentando desesperadamente mantener mi boca en la de Lali y no matarnos. Ella en mí regazo a horcajadas sobre mi cintura, besando mi cuello, lamiendo mi oído—me estaba volviendo loco. Tengo una mano en el volante y la otra encajada entre nosotros, deslizándola sobre su estómago, su cuello y esos perfectos pechos que se están burlando de mí a través de su camisa entreabierta.

No intenten esto en casa, niños.
La falda se subió por sus muslos mientras ella misma se amoldaba sobre mi tensa polla. Está tan jodidamente caliente contra mí, tengo que usar cada gramo de voluntad para no dejar que mis ojos rueden atrás en mi cabeza. La beso con fuerza y observo la carretera por encima de su hombro. Ella se desliza hacia arriba y hacia abajo, masturbándome lentamente con la presión. Jodido Cristo, bluyinear nunca se sintió tan bien.
¿Control? ¿Moderación? Dijeron adiós hace mucho tiempo.

Por último, entro en el estacionamiento de mi edificio. Cojo el primer lugar que veo y nos arrastró fuera del coche. Mis manos sobre su culo, sus piernas encerradas alrededor de mi cintura, llevo a Lali hasta el ascensor, los labios y la lengua bailando frenéticamente.
No bloqueo mi auto. No creo que ni siquiera cerré la puerta.

A la mierda.
Se lo pueden robar. Tengo cosas más importantes a mano.

Tropiezo en el ascensor y presiono el botón del último piso antes de estrellar a Lali contra la pared y empujar contra ella como me había estado muriendo por hacer. Ella gime larga y profunda en mi boca. Es como esa escena de Atracción fatal, sin lo escalofriante.
Lo hacemos hasta puerta, tanteo la cerradura con una mano y sostengo a Lali
 con la otra. Ella mordisquea mi oído y susurra, 

—Apúrate, Peter.

En este momento habría pateado la maldita cosa abriéndola si ya no estuviese girando. Caemos en mi apartamento y pateo la puerta con mi pie. Me quito sus piernas de encima y sus pies se deslizan al suelo, creando una deliciosa fricción a lo largo del camino. Necesito mis manos libres.
Con nuestras bocas aun unidas, empiezo a desabrochar el resto de su blusa. Lali no es tan hábil — o simplemente está impaciente. Entierra sus dedos en el frente de mi camisa y jala. Los botones se dispersan en el piso.

Acaba de desgarrar mi camisa.
¿Qué tan caliente es eso?
Llego al cierre de su sujetador y lo abro. Soy un experto en esas cosas. Quién sea que inventó el sujetador de broche delantero, Que dios te bendiga.

Lali aleja sus labios y pasa sus palmas sobre mi pecho y baja por mis abdominales. Sus ojos están llenos de asombro mientras siguen el camino de sus manos. Veo como mis propios dedos rozan a través de su clavícula, hasta el centro de sus perfectos pechos y sobre ese valle que me encanta antes de descansar en su cintura.

—Dios, Austin. Eres tan...
—Hermosa—. Termino por ella.

Tiro de ella contra mí, envolviendo mis brazos alrededor de ella y levantando sus pies del suelo mientras me dirijo al sofá. ¿Pensaba que bailar con ella era el cielo? No. Su pecho desnudo contra el mío — así es como se siente el cielo. El maldito paraíso.
Beso su mandíbula y chupo la tierna carne de su cuello. Me encanta el cuello de Lali — y por los sonidos vibrantes en su garganta, a ella le encanta lo que hago. Me siento en el sofá, llevándola conmigo con su torso descansando contra el mío, sus piernas cerradas entre mis rodillas separadas. Empuja mis labios de nuevo a los suyos por un beso más antes de levantarse y retroceder.

Los dos estamos sin aliento y mirándonos, prácticamente atacándonos mutuamente con nuestros ojos. Muerde su labio, y sus manos desaparecen detrás de su espalda. Escucho el silbido de una cremallera, y luego la falda se desliza lentamente hasta el piso. Es la puta cosa más sexy que he visto en mi vida.
Lali está de pie delante de mí en bragas de encaje negro, una blusa blanca abierta y zapatos de tacón altos. Sus labios hinchados, sus mejillas sonrojadas y su cabello está revuelto gracias a mis manos. Es una diosa... jodidamente divina. Y la forma en que me está mirando casi me hace venir aquí y ahora. Busco mi cartera y saco el condón, apoyándolo sobre el cojín a mi lado.

Lali camina hacia mí... dejando sus tacones altos.
Cristo Jesús.
Se arrodilla entre mis piernas y desabotona mis pantalones, manteniendo sus ardientes ojos encerrados en los míos. Me levanto, y ella baja mis pantalones y calzoncillos. Mi polla brota, orgullosa y dura y tan jodidamente lista. Sus ojos bajan, y me observa. La dejó mirar; no soy del tipo tímido.
Pero cuando una sonrisa diabólica llega a sus labios y se inclina hacia mi polla, agarro y tiro de ella de nuevo a mi boca. No sé lo que estaba planeando — bueno, tengo una idea, pero si no consigo estar pronto dentro de ella, creo que voy a morir.

Le levanto de la cintura, y sus rodillas descansan a ambos lados de mí. La abrazo con una mano mientras la otra empuja el encaje entre sus piernas a un lado. Meto dos dedos en su interior. Jesús. También está lista. Deslizo mis dedos hasta el fondo, y ambos gemimos en voz alta. Está húmeda... y caliente. Se moldea perfectamente alrededor de mis dedos, y mis ojos se cierran, sabiendo cuán increíble se sentirá alrededor de mi polla. Bombeo mis dedos dentro y fuera, y ella empieza a montar mi mano. Está lloriqueando... gimiendo... jadeando mi nombre.

Música para mis malditos oídos.
No lo soporto más. Tomo el condón y lo abro con los dientes. Lali se alza cuando empiezo a ponerlo. Entonces empuja mis manos lejos. Y lo hace por mí.
Dulce jodido Cristo Todopoderoso.
Tiro de sus bragas de encaje. La quiero desnuda, sin nada en el camino. Con una rasgadura y un chasquido, las hago jirones. Sus rizos oscuros y labios brillantes me invitan, y juro que les voy a dar toda la atención que merecen más tarde. Pero no puedo esperar.
Mis ojos están sobre ella... esos ojos chocolate oscuro que me llamaron en el momento que los vi por primera vez.
Preciosos.

Lentamente, ella se deja caer sobre mí. Por un momento, ninguno de los dos se mueve. O respira. Ella es estrecha... joder... incluso a través de la goma, siento que sus paredes se estiran por mí.
Susurro su nombre, como una oración. 


—Lali.

Tomo su rostro en mis manos y la atraigo hacia mí. No puedo no besarla. Ella se eleva, casi dejándome totalmente fuera antes de deslizarse suavemente hacia abajo, tomándome de nuevo en su interior.
Dios Santo.
Nada nunca se ha sentido tan bien — nada. Mis manos agarran sus caderas, ayudándola a montar mi polla con movimientos constantes. Nuestras bocas están abiertas, besando y jadeando.

Me estiro hasta sentarme más recto, sabiendo que la presión añadida contra su clítoris lo hará mejor para ella. Y no me equivoco. Ella baja sobre mí con más fuerza, más rapidez, mis manos se entierran en sus caderas. Beso su cuello e inclino mi cabeza, lamiendo mi camino hacia un endurecido pezón. Lo tomo en mi boca, chupando y rodando mi lengua a su alrededor, haciendo que agarre mi cabello mientras gime.
No voy a durar. De ninguna manera. He esperado por esto mucho tiempo, lo quería demasiado. Apoyo mis pies en el suelo y empiezo a empujar hacia arriba, enterrándome en ella, empujando sus caderas hacia abajo con fuerza mientras lo hago. Es la dicha. Duro, profundo, el húmedo éxtasis y yo nunca quiero terminar.
Ella echa la cabeza hacia atrás y gime más fuerte. 


—Sí, sí...Peter.

Estoy maldiciendo y gritando su nombre, los dos casi sin sentido. Fuera de control. Porque se siente tan jodidamente bien.
Ella grita mi nombre, y sé que se va a venir.
Dios, me encanta su voz.
Y entonces se está contrayendo a mí alrededor — su coño alrededor de mi polla, sus piernas contra mis muslos, sus manos sobre mis hombros — todos apretando, tenso y rígido. Y ahí estoy con ella.

—Lali, Lali... joder...Lali.

Empujo una y otra vez. Entonces llego largo y duro. Golpes de placer al rojo vivo atraviesan mi cuerpo diferente a todo lo que he sentido antes. Mi cabeza cae contra el respaldo del sofá.
Después de que los espasmos se calman, llevo mis brazos alrededor de Lali, reuniendo nuestros pechos y llevando su cabeza a mi cuello. Siento que sus latidos empiezan a volver a la normalidad. Y luego ella se ríe, bajo y satisfecho.

—Dios... eso fue tan... que...

Ahora yo también estoy sonriendo. 

—Lo sé.

Un temblor de tierra. Fuera de la escala de Richter. Suficientemente potente como para convertir un país en una pequeña isla.
Corro mi mano por su cabello... tan malditamente suave. Me inclino hacia abajo y la beso otra vez. Tan jodidamente perfecto.
Una gran noche. Creo que esto podría muy bien ser la mejor noche de mi vida. Y apenas ha empezado.

...

Lali pega un chillido y me abraza cuando me levanto y la cargo, hacia mi habitación.
Nunca he traído a una mujer a mi habitación. Es una regla. No aleatorios ligues en mi apartamento — ni siquiera considerarlo. ¿Si una de esas chicas realmente sabía dónde vivía? ¿Puede alguien decir psicópata acosadora?

Pero no pienso dos veces antes de dejar a Lali en medio de mi cama. Ella me observa de rodillas mientras yo jalo mi camisa sin botones y me deshago del condón usado. Mordiendo su labio con una sonrisa, se desprende de su propia blusa que todavía está en sus brazos. Ah sí, y todavía tiene sus tacones.
Genial. Muy, muy genial.

Me arrastro hacia ella y descanso sobre mis rodillas en el centro de la cama. Acuno su rostro en mis manos mientras la beso largo y caliente. Estoy listo para otra ronda. Mi polla se clava en su estómago donde se mantiene firme y listo. Pero en esta ronda, quiero tomarme mi tiempo. He admirado su cuerpo durante meses — y ahora voy a explorar cada centímetro de ella, de cerca y personalmente.

Me inclino hacia delante y la tumbo de espaldas. El cabello de Lali de desparrama en mi almohada. Se ve como alguna mítica duende, alguna legendaria deidad pagana y sexual de una leyenda romana.
O una bien actuada actriz porno.
Sus rodillas caen abiertas, naturalmente y yo me instaló entre ellas. Cristo... ya está mojada. Puedo sentir su humedad contra mi estómago cuando se alza y se frota contra mí. Pidiendo en silencio — otra vez.

Beso mi camino por su cuello y clavícula, enfrentándome cara a cara con sus pechos y sus pezones. Las manos de Lali amasan mis omóplatos cuando lamo un círculo alrededor del centro de uno color rosa oscuro. Su respiración es rápida y urgente. Muevo mi lengua sobre su pezón rápidamente hasta que gime mi nombre.
En cuanto la palabra sale de sus labios, cierro mi boca sobre ella y chupo con fuerza. Durante unos minutos, alterno entre lamer, chupar y raspar su pequeño y puntiagudo pico. Su reacción es tan malditamente primitiva, que no puedo evitar cambiar a la otra teta y darle a esa belleza la misma atención.

Para cuando hago mi camino más abajo, Lali está retorciéndose debajo de mí, corcoveando y frotándose en cualquier parte de mi cuerpo que puede alcanzar.
Es descarada.
Hermosa.
Y por mucho que la quiera ahora mismo, tan jodidamente bien cómo se siente tenerla frotándose contra mí, yo estoy en completo control de lo que estoy haciendo. Estoy a cargo. Y hay una cosa que no puedo esperar hacer. Algo que he soñado con hacer desde aquella noche en el Howie. Lamo un sendero hacia el centro de su estómago, y luego me arrastro más abajo. Le quito sus zapatos y lamo otro camino hasta la cara interna de su muslo hasta que mis ojos están al nivel de mi objetivo: su área limpia de rizos oscuros.

Lali se afeita, y la piel que rodea su coño es tan suave como la seda. Lo sé porque estoy mordisqueando mi camino en ese pequeño triángulo bien cuidado en estos momentos. A los chicos les encanta un coño que está casi completamente desnudo. Y no, no tiene nada que ver con fantasías pervertidas preadolescentes. La idea de que una mujer este prácticamente pelada ahí... es travieso.

Froto mi nariz en su pequeña área e inhalo. Lali jadea y gime por encima de mí—ojos cerrados, boca abierta.
Para que lo sepas, los hombres no esperan que una mujer huela a pino de invierno o las Cataratas del Niágara o la mierda que esos productos femeninos dicen. Es un coño— se supone que huele a uno. Es el jodido punto.
El olor particular que tiene Lali me hace agua la boca como un jodido animal hambriento. Froto de nuevo, besando sus regordetes labios externos. Madre de Dios.
Sus manos aprietan la manta.

—Dios, hueles tan bien, quiero comerte toda la noche.

Y de hecho tal vez lo haga.
Lamo su coño mojado, y ella se arquea en la cama con un gemido. Empujo sus caderas con mis manos, manteniéndola inmóvil cuando lo hago otra vez, y grita más fuerte.

—Eso es, Lali, déjame oírte.

Soy consciente que esto — que yo — soy el primer hombre en hacerle esto. Y Sí, como un tipo, este hecho hace que sea aún mejor.

Sabes quién es Neil Armstrong, ¿no?
Ahora cuéntenme quién fue el segundo tipo. Diablos, dime cualquier otro tipo que conozcas que llegó a la luna después de él. No puedes, ¿cierto? Es por eso que esto es tan emocionante.
Ella nunca va a olvidar esto.
Siempre lo recordará... a mí.

Tal vez eso es machista y egoísta, pero es la verdad.
Arriba y abajo, una y otra vez, lamo de principio a fin. Su crema es dulce y espesa. Jodidamente delicioso. Presiono sus muslos separados, extendiéndola aún más ampliamente, empujo dentro y fuera de ella — cogiéndola con mi lengua. Su cabeza rueda de un lado a otros mientras agudos gemidos hacen eco en su garganta. Es incoherente y sus dedos se clavan en mis hombros, pero no doy tregua. De ninguna manera. En un solo movimiento, chupo el pequeño clítoris de Lali en mi boca y meto dos dedos dentro de ella.

Entonces soy yo quien gime. Sus calientes jugos cubren mis dedos, casi quemando. No puedo evitar que mis caderas roten y se froten contra la cama. Joder. Sigo bombeando dentro y fuera con mi mano, moviendo mi lengua y frotando firmes y duros círculos sobre su clítoris.

—¡Peter! ¡Peter!

Escuchar a Lali gritar me anima aún más. Muevo mis dedos con más rapidez, al mismo tiempo que mi lengua y levanto la mirada... necesitando verla perderlo. Me voy a venir solo con verla. La expresión de su rostro es completo éxtasis, y no sé cuál de los dos va a llegar primero.

—Oh Dios mío, oh Dios, oh Dios...¡Dios!

Entonces está rígida— tensa como una puta tabla. Sus manos tiran de mi pelo, aprieta sus muslos alrededor de mi cabeza, y sé que está ahí.

Después de varios momentos afloja su agarre, y yo disminuyo la velocidad mi lengua hasta lamer a un ritmo pausado. Cuando Lali se relaja aún más, me siento, limpio mi cara con mi mano y me deslizo en un condón nuevo.
Oh, sí—apenas estoy empezando.

Me inclino sobre ella, y ella me jala hacia abajo y me besa fuerte. Jadea contra mis labios, 

—Tan... increíble.

Petulante, y presumida satisfacción bombea por mis venas, pero ni siquiera puedo sonreír. Necesito follarla. Me deslizo fácilmente. Esta mojada pero apretada— como un puño mojado. La siento apretar a mí alrededor cuando salgo lentamente y me deslizo de nuevo.

Empiezo a empujar más rápido. Más duro. Mis brazos están derechos en ambos lados de su cabeza para poder ver el placer que parpadea en toda su cara. Sus tetas rebotan cada vez que me sumerjo y estuve a punto bajar a chupar una.

Pero entonces ella abre los ojos y levanta la vista. Y no puedo apartar la mirada. Me siento como un rey—como un maldito inmortal. Y todo el autocontrol que tenía simplemente se desvanece. Empujo dentro de ella, rápido y sin piedad. Puro placer caliente se acrecentó en mi estómago y muslos.
Dulce Jesús.

Nuestros cuerpos golpean juntos una y otra vez, duro y rápido. Engancho un brazo debajo de su rodilla y levanto su pierna sobre mi hombro. Ella se siente aún más apretada, y no puedo evitar gemir, 

—Lali...
—Sí, así. Dios, ¡Sí! Peter...— Y entonces se pone rígida debajo de mí, cerrando los ojos cuando un gemido estrangulado escapa de sus labios.

Es entonces cuando me dejo llevar. Embisto una última vez antes de que el orgasmo más intenso de mi vida se precipite a través de mí. Gimo fuerte, inundando el condón en su interior hasta el maldito tope. Mis brazos se desplomaron y mi peso completo cae sobre ella. No parece importarle. En el momento en que caigo, me besa — mis ojos, mis mejillas, mi boca. Lucho por recuperar el aliento, y entonces la estoy besando de nuevo.
Jodidamente increíble.



CONTINUARA...



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SE VINO EL ROCK LALITER 

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