viernes, 10 de abril de 2015

Tangled #19






CAPITULO 19


Eso es todo. Esa es mi historia. El ascenso. La caída. Fin. Y ahora —aquí estoy— en este pésimo restaurante al que Euge y Nico me arrastraron, donde acabo de decirles más o menos la misma historia que te conté.

Cuando yo tenía seis años, aprendí a montar en bicicleta. Como todos los niños cuando les quitan las ruedas de entrenamiento, me caí. Mucho. Cada vez que esto ocurría, Euge era quien estaba allí. Me quitaba el polvo, besaba los raspones y me convencía de volver a subir. Así que es natural que espere que mi hermana sea compasiva sobre mi angustia. Suave. Simpática.
Lo que consigo es


—Eres un maldito idiota, ¿lo sabes, Peter?

Apuesto a que comenzabas a preguntarte por qué la llamamos La Perra. Bueno, aquí lo tienes.

—¿Perdón?
—Sí, lamentable eso es lo que eres. ¿Tienes alguna idea del lío que has hecho? Siempre supe que eras malcriado y egoísta. Diablos, yo fui una de las personas que te hizo de esa manera. Pero nunca pensé que eras estúpido.

¿Eh?

—Y podría jurar que naciste con testículos.

Me ahogo en mi bebida. Y Nico se ríe.

—Estoy siendo seria. Recuerdo perfectamente cambiar tu pañal y ver a esos pequeños y guapos chicos colgando allí. ¿Qué pasó con ellos? ¿Se encogieron?

¿Desaparecieron? Porque esa es la única razón en la que puedo pensar para explicar el por qué te comportarías como un cobarde patético-sin-bolas.

—¡Jesucristo, Euge!
—No, no creo que ni siquiera Él pueda arreglar esto.

Defensiva ira se filtra en mi pecho

—No necesito esto ahora. No de ti. Ya estoy abajo, ¿por qué mierda me estas pateando?
Ella se burla


—Porque una patada en el culo es exactamente lo que necesitas para levantarte. ¿Alguna vez pensaste que cuando Lali dijo que estaban “muy bien”, quizás se refería a que habían hecho las paces? ¿Que habían decidido ser amigos? Separarse amigablemente. Si supieras la mitad sobre mujeres como tú crees, entenderías que nadie querría poner fin a una relación de diez años en malos términos.

Ni siquiera tiene sentido. ¿Por qué querría ser amigo de alguien que solía ser capaz de coger y ya no puedo? ¿Cuál sería el maldito punto?

—No. Estás totalmente fuera de base.

Sacude la cabeza. 

—De todos modos, si actuaras como un hombre en lugar de un niño herido, deberías haberle dicho cómo te sentías.

Ahora ella me acaba de enojar

—¿Te parezco un idiota? Porque no lo soy. Y de ninguna manera me voy a poner en esa situación y perseguir a alguien que quiere estar con alguien más.

Una mirada llena el rostro de Euge que nunca había visto. Por lo menos no dirigida a mí.
Es decepción.

—Por supuesto no, Peter. ¿Por qué deberías perseguir a alguien, cuando eres tan feliz dejando que todas te persigan?
—¿Qué demonios significa eso?
—Significa que todo siempre ha sido fácil para ti. Eres guapo, inteligente, tienes una familia que te ama y las mujeres se entregan a ti como chivos expiatorios. Y la única vez que tienes que luchar por algo que quieres, una vez que tienes que arriesgar tu corazón por alguien que finalmente vale la pena, ¿qué haces? Te rindes. Disparas primero y preguntas después. Te acurrucas en una bola y te regodeas en la autocompasión.

Sacude ligeramente la cabeza y su voz se suaviza

—Ni siquiera lo intentaste, Peter. Después de todo eso. Simplemente... la echaste a la basura.

Bajo la mirada a mi bebida. Mi voz es pausada. Con remordimiento.

—Lo sé.

No creas que no he pensado en ello. No pienses que no he lamentado mis palabras o la falta de ellas. Porque lo he hecho. Amargamente

—Deseo... pero ahora es demasiado tarde.

Nicolas finalmente habla. 

—Nunca es demasiado tarde, hombre. El juego no ha terminado; es sólo lluvia..
Lo miro—. ¿Delores te ha dicho algo? ¿Acerca de Lali y Benja?

Niega con la cabeza. 

—No de ellos... pero ha tenido mucho que decir sobre ti.
—¿Quieres decir?
—Es decir que Dee te odia con todas sus fuerzas. Piensa que eres una basura. En serio, amigo, ¿si estuvieras en llamas en la calle? No creo que te escupiría.

Proceso esa información por un minuto

—¿Tal vez me odia porque folle con la prometida de su primo?
—¿Tal vez te odia porque has roto el corazón de su mejor amiga?

Sí. Es un empate. No hay ayuda allí.

—¿Estás enamorado de Lali, Peter?

Mis ojos se encuentran con los de Euge. 

—Sí.
—¿Hay una posibilidad de que ella sienta lo mismo?
—Creo que sí. —Cuanto más pensaba en las palabras de Lali y en sus acciones ese fin de semana, más seguro estaba que Lali sentía algo por mí. Algo real y profundo.

Por lo menos lo hizo antes de que yo mandara todo al infierno.

—¿Quieres estar con ella?
—Dios, sí.
—Entonces si está de vuelta con su ex o no es irrelevante. La pregunta que debes preguntarte es ¿qué estás dispuesto a hacer—dispuesto a arriesgar—para arreglar esto? Para recuperarla

Y mi respuesta es simple: cualquier cosa. Todo. Mi garganta se aprieta cuando confieso

—Daría cualquier cosa por tener a Lali de vuelta.
—Entonces, por el amor de Dios, ¡lucha por ella! Dile.

Mientras sus palabras se hunden, Nico agarra mi hombro. 

—En momentos como este, siempre me pregunto, “¿qué haría William Wallace?”— Sus ojos son graves. Resueltos. Entonces su voz adquiere un acento escocés que no tiene—. Sí... corre ,y no serás rechazado... pero años después, estarás dispuesto a cambiar todos los días a partir de ahora por una oportunidad entonces, sólo una oportunidad, vuelve y dile a Lali que puede tomar tus bolas y colgarlas del espejo retrovisor de su automóvil, pero que nunca tomara... ¡tú libertad!

Euge rueda sus ojos ante el discurso de Braveheart, y yo realmente me echo a reír. La nube negra que se ha asentado sobre mis hombros durante una semana entera finalmente comienza a levantarse. En su lugar ahí...esperanza. Confianza. Determinación. Todas las cosas que me hacen... yo. Todas las cosas he estado perdiendo desde la mañana que observé a Billy Warren cantar.Nico me golpea en la espalda. 

—Ve por ella. Es decir, mírate, ¿qué tienes que perder?

Tiene razón. ¿Quién necesita dignidad? ¿Orgullo? Están sobrevalorados. Cuando no tienes nada, no tienes nada que perder.

—Tengo que ir a ver a Lali. Ahora mismo.

¿Y si soy rechazado? Por lo menos voy a salir peleando. Si me estrello, ardo y ella pisotea mis cenizas en la tierra con su talón. Que así sea. Pero tengo que intentarlo. Porque...
Bueno, porque ella vale la pena.

...

Cuando Euge tenía dieciséis años, mis padres alquilaron el Six Flags Great Adventure por el día. ¿Excesivo? Sí. Pero esa es una de las ventajas de una crianza privilegiada. Fue increíble. No había filas, ni multitudes. Sólo nuestra familia, algunos socios de negocios y ciento cincuenta de nuestros amigos más cercanos. De todos modos, había esta montaña rusa—la Mind Bender. Jodidamente loco.

¿Recuerdas cuando dije que yo nunca monto dos veces la misma montaña? Esta fue la excepción.
Agus, Nico y yo la montamos hasta que vomitamos. Luego subimos y la montamos otra vez. La primera subida era desagradable. Una pendiente larga y tortuosa que termina en un desnivel de 400 metros, volviendo recto hacia abajo. No importa cuántas veces viajamos en ese chico malo —cada vez que ascendíamos por la primera colina— se sentía igual. Las palmas sudorosas, mi estómago revuelto. Era la combinación perfecta de emoción y temor.

Y así es exactamente como me siento ahora.
¿Me ves allí? El tipo corriendo a través del Times Square.
Sólo la idea de volver a ver a Lali...Estoy entusiasmado sobre eso, no voy a mentir. Pero también estoy nervioso. Porque no tengo ni idea de lo que está al otro lado de la colina, que tan lejos podría ser la caída para mí.
Ninguna simpatía, ¿eh? Público difícil. ¿Crees que conseguí lo que me merecía? ¿Tal vez me merezco algo peor?

Es un argumento muy convincente. Metí la pata. Sin duda alguna. Fue una depresión —que todos los grandes tienen. Pero esos días se acabaron. Estoy fuera de la banca y en el juego.

Sólo espero que Lali me dé otra oportunidad en el bate.
Jadeando por los siete bloques que recorrí a toda velocidad, muevo la cabeza en forma de saludo al guardia de seguridad y hago mi camino a través del vestíbulo vacío. Utilizo el breve paseo en el ascensor para recuperar el aliento y practicar lo que voy a decir. Entonces entro en el piso cuarenta.
Existe sólo un lugar donde que Lali Esposito estaría a las 10:30 de la noche un lunes. Y aquí es donde empezó todo. Las oficinas están a oscuras. Es tranquilo, con excepción de la música desde su oficina. Camino por el pasillo y me detengo fuera de su puerta cerrada.

Entonces la veo. A través del vidrio.
Dios Todopoderoso.
Está sentada en su escritorio, mirando fijamente la pantalla del ordenador. Está mordiendo su labio de esa manera que me lleva a mis malditas rodillas. Su cabello está recogido atrás, exponiendo cada impecable característica de su rostro. He extrañado observarla. No tienes ni idea. Se siente como... como si hubiera estado bajo el agua, conteniendo el aliento. Y ahora por fin puedo respirar otra vez.
Ella levanta la mirada. Y sus ojos se encuentran con los míos.
¿Ves cómo me observa durante unos segundos más de lo necesario? ¿Cómo su cabeza se inclina a un lado y entrecierra los ojos? Como si no acabara de creer lo que está viendo.

Esta sorprendida. Entonces la sorpresa se transforma en disgusto. Como si acabara de comer algo podrido. Y es entonces cuando lo sé. Cuando estoy seguro de algo que probablemente tú ya has descubierto. Que soy un completo idiota.
Ella no regreso con Benjamin. De ninguna manera.

¿Si lo había hecho? Si nuestro fin de semana no había significaba nada para ella. ¿Si yo no signifiqué nada? No me miraría como si fuera el puto diablo. No estaría para nada afectada. Es una lógica simple: ¿Si una mujer está enojada? Significa que le importa. ¿Si estás en una relación y la chica ni siquiera se puede molestar en gritarte? Estás jodido. La indiferencia es el beso de la muerte de una mujer. Es el equivalente de un hombre que no está interesado en el sexo. En cualquiera de los caso—se ha acabado. Estas terminado.

Entonces, si Lali está molesta, es porque le hice daño. Y la única razón por la que fui capaz de hacer eso es porque ella quería estar conmigo.
Esta puede parecer una retorcida manera de pensar, pero así es. Confía en mí, lo sé. He pasado mi vida follando mujeres por las que no sentí nada. ¿Si follaban con otro tipo justo después de mí? Bien por ellas. ¿Si me decían que no querían volver a verme? Incluso mejor. No puedes sacarle sangre a una piedra. No puedes obtener una reacción de alguien a quien no le importa.

Lali, por otro lado, está llena de emoción. Ira, desconfianza, traición —hierve a fuego lento en sus ojos y brilla en su rostro. El hecho de que todavía siente algo por mí— incluso si es odio, me da esperanza. Porque con eso puedo trabajar.

Abro la puerta de su oficina y entro. Lali se vuelve a su laptop y golpea el teclado.

—¿Qué quieres, Peter?
—Necesito hablar contigo.

No levanta la mirada. 

—Estoy trabajando. No tengo tiempo para ti.

Doy un paso adelante y cierro su portátil. 

—Saca tiempo.

Dirige sus ojos hacia mí. Son duros. Glaciales, como hielo negro.

—Vete al infierno.

Sonrió, aunque no hay nada remotamente gracioso acerca de esto. 

—He estado allí. Toda la semana.

Se apoya en su silla, mirando hacia arriba y hacia abajo

—Es cierto. Cande nos habló de tu misteriosa enfermedad.
—Me quedé en casa porque...
—¿Tomar el taxi fue demasiado para ti? ¿Necesitabas unos días para recuperarte?

Niego con la cabeza. 

—Lo que dije ese día fue un error.

Ella se levanta. 

—No. El único error aquí fue el mío. El pensar alguna vez que yo era algo más para ti. Que en realidad me permití creer que había algo... hermoso debajo de todo tu arrogante encanto y actitud de polla-grande. Me equivoqué. Eres hueco por dentro. Vacío.

¿Recuerdas cuando dije que Lali y yo somos muy parecidos? Lo somos. Y no me refiero sólo en la cama o en la oficina. Ambos tenemos la rara habilidad de decir las cosas bien, para herir. Encontrar el punto débil dentro de cada uno de nosotros y dar en el blanco con una maldita granada verbal.

—Lali, yo…

Me interrumpe. Y su voz es fuerte. Brusca.

—Sabes, Peter, no soy estúpida. No esperaba una propuesta de matrimonio. Sabía cómo eras. Pero, parecías tan... ¿Y esa noche en el bar? La forma en que me miraste. Creo que...

Su voz se rompe y quiero matarme.

—…Pensé que significaba algo para ti.

Doy un paso más cerca, queriendo tocarla. Consolarla. Para volver atrás.
Hacerlo mejor.

—Lo hiciste. Lo haces.

Ella asiente rígidamente. 

—Claro. Es por eso que tu…
—¡Yo no hice nada! No había ninguna cita. Ningún maldito taxi. Era todo mentira, Lali. Era Nico por teléfono ese día, no Stacey. Sólo dije esas cosas así creías que era ella.

Se pone pálida y sé que me cree. 

—Por qué... ¿por qué hiciste eso?

Suelto una respiración. Mi voz es suave y tensa. Rogándole que entienda.

—Porque...Estoy enamorado de ti. He estado enamorado durante mucho tiempo. No lo sabía hasta ese domingo por la noche. Y luego cuando Benja apareció aquí… Pensé que regresarías con él. Y joder, eso me aplasto. Dolía tanto que quería... hacerte sentir tan mal como yo.

No fue mi mejor momento, ¿eh? Sí, lo sé — soy un imbécil. Créeme, lo sé.

—Entonces dije esas cosas a propósito, así creerías que no eras nada para mí. Que eras solo otra chica. Pero no lo eres, Lali. No te pareces a nadie que haya conocido. Quiero estar contigo... realmente estar contigo. Solo tú. Nunca me sentí así por nadie. Y yo sé que sueno como una jodida tarjeta de Hallmark, pero es cierto. Nunca he querido todas las cosas que quiero tener cuando estoy contigo.

No dice nada. Sólo me mira. Y no lo soporto más. Pongo mis manos en sus hombros, en sus brazos. Para sentirla.
Ella se paraliza, pero no se aleja. Llevo mis manos a su cara. Mi pulgar acaricia sus mejillas y labios.
Jesús.
Sus ojos se cierran ante el contacto y el nudo en la garganta se siente como si me estrangulara.

—¿Por favor, Lali, podemos simplemente... volver? Todo iba tan bien antes. Fue perfecto. Quiero volver a estar así. Lo quiero mucho.

Nunca he creído en el arrepentimiento. En la culpa. Yo solía pensar que sólo estaban en la cabeza de una persona. Como el miedo a las alturas. Nada que no puedas superar si tienes determinación. Fuerza. Pero nunca he tenido a alguien —lastimado a alguien— que significaba más para mí que... yo. Y saber que metí la pata por mi temor, mi maldita estupidez, es sólo... insoportable.
Ella aleja mis manos. Y da unos pasos atrás.

—No.

Lali recoge su bolso del suelo.

—¿Por qué?— Aclaro mi garganta. —¿Por qué no?
—¿Recuerdas cuando primero comencé a trabajar aquí? ¿Y me dijiste que tu padre quería armar una presentación de “prácticas”?

Asiento con la cabeza.

—Dijiste eso porque querías al cliente. ¿Verdad?
—Es cierto.
—Y entonces la noche que nos reunimos con Anderson, me dijiste que estaba empujando mis tetas en su cara, porque... ¿Cómo lo pusiste? Para “conseguir una reacción de mí”. ¿Sí o no?
¿Dónde va con esto?
—Sí.
—Y luego la semana pasada, después de todo, ¿me hiciste creer que estabas hablando con esa mujer porque querías hacerme daño?
—Sí, pero…
—¿Y ahora me dices que estás enamorado de mí?
—Lo estoy.

Sacude la cabeza suavemente. 

—¿Y por qué demonios debo creerte, Peter?

Me quedo de pie ahí. Silencioso. Porque no tengo nada. Ninguna defensa. Ningún motivo hará alguna diferencia real. No para ella.
Se gira para irse. Y me entra el pánico. 


—Lali, por favor espera...

Doy un paso delante de ella. Se detiene pero mira por encima de mí, a través de mí. Como si no estuviera aquí.

—Sé que metí la pata. Mal. Lo de la chica del taxi fue estúpido y cruel. Y lo siento. Más de lo que puedas creer. Pero... no puedes permitir que eso arruine lo que podríamos tener.

Ella se ríe en mi cara.

—¿Lo que podríamos tener? ¿Qué tenemos, Peter? Todo lo que hemos tenido son argumentos, competencia y lujuria...
—No. Es más que eso. Lo sentí ese fin de semana, y sé que también lo sentiste. Lo que tenemos podría ser espectacular. Si le das una oportunidad. Das una —a mí—oportunidad más. Por favor.

¿Conoces esa canción “No se es demasiado orgulloso para mendigar” de los Rolling Stones? Es mi nueva canción.
Sus labios se contraen. A continuación, pasa a mi lado.
Pero tomo su brazo.

—Déjame ir, Peter.
—No puedo. — Y no sólo me refiero a su brazo.

Ella tira lejos. 

—Esfuérzate. Una vez lo hiciste. Estoy segura que puedes conseguirlo otra vez.

Luego sale por la puerta.
Y yo no la sigo.



CONTINUARA...


3 COMENTARIOS Y MAS BSS

PERDON QUE NO HAYA SUBIDO ANTES PASA QUE SE ME FUE INTERNET Y CUANDO VOLVIO AL ORDENADOR NO LE DIO LA GANA DE IR BIEN. SORRY


4 comentarios: