miércoles, 8 de abril de 2015

Tangled #16




CAPITULO 16

Cada superheroe tiene un escondite — un santuario. Al menos todos los buenos lo tienen. Yo también tengo uno. Mi propia y personal Bati-cueva. Es donde sucede la magia. Donde he construido la leyenda que es mi carrera.
Mi oficina en casa.


Es un paraíso masculino. Una zona libre de coños - de la buena forma. Todo hombre debería tener uno. Yo lo decoré -cada pieza, cada detalle. Si mi auto es mi bebé, esta habitación es mi primogénito. Mi orgullo y alegría.
Pisos de caoba, alfombras orientales hechas a mano, sofás de cuero inglés. Una chimenea de piedra y estantes incorporados de línea en una de las paredes. Detrás de mi escritorio está una ventana con un completo cuadro que ofrece una vista impagable de la ciudad. Y en la esquina hay una mesa donde los chicos y yo bebemos whisky añejo, fumamos habanos y jugamos al poker una vez al mes.

Es la única vez que Nico tiene permitido salir a jugar.
Estoy en mi escritorio, en boxers, trabajando en mi laptop. Es lo que hago cada domingo por la tarde.
¿Lali? No, todavía está aquí. Pero después de nuestro pequeño encuentro anoche, me imagine que debería dejarla dormir. Recargar las baterías. Cancelé el almuerzo con mi madre y no aparecí al juego de baloncesto con los chicos. Y ahora estoy mirando el borrador final de un contrato cuando una voz soñolienta me llama desde la puerta.

—Hola.

Levanto la mirada y sonrió. 

—Hola.

Lleva otra de mis camisetas - la negra de Metallica. Esta llega más allá de sus rodillas. Eso y el pelo revuelto por el sueño hacen que parezca dulce pero sexy. Seductora. En comparación con Lali, el trabajo no se ve ya tan apetitoso.
Pasa una mano a través de su cabello mientras sus ojos se deslizan por el cuarto. 


—Esta es una hermosa oficina, Peter. Impresionante.

Lali es el tipo de mujer que aprecia la importancia de un espacio de trabajo impresionante. Si quieres ser un ganador, necesitas una oficina que diga que ya eres uno. 

—Gracias. Es mi lugar favorito en el apartamento.
—Puedo ver por qué.

Recoge un marco en uno de los estantes y me lo demuestra

—. ¿Quién es?

Es una foto de Rufi y yo en la playa el verano pasado. Ella me había enterrado hasta el cuello en la arena. —Mi sobrina, Rufi.
Observa la foto y sonríe. 


—Es adorable. Seguro que te adora.
—Sí, lo hace. Y prácticamente cortaría mi mano si ella me lo pide, por lo que es equitativo. Me gustaría que la conozcas algún día.

Lali no duda. 

—De verdad, me encantaría.

Hace su camino a mi silla y se sienta en mi rodilla. Me inclino hacia adelante hasta que mis labios encuentran los suyos—mi lengua profundamente en la boca que ahora conozco tan bien.
Ella se arrima contra mi pecho desnudo. 


—Estas tan caliente.— Descansa su cabeza en mi hombro y mira mi ordenador
—. ¿En qué estás trabajando?

Suspiro. 

—Este acuerdo con Tecnologías Jarvis.

Jarvis es una empresa de comunicaciones. Buscan adquirir una filial de banda ancha por satélite.
Me froto los ojos.

—¿Problemas?

Normalmente soy un lobo solitario cuando se trata de negocios. No confió -no comparto. Mi opinión es la única que cuenta. Pero hablar con Lali de negocios es como hablar conmigo mismo. Estoy realmente interesado en escuchar lo que tiene que decir

—. Sí. El CEO es todo cerebro y nada de bolas. Tengo el trato perfecto alineado, pero él no aprieta el gatillo. 

Está nervioso por el riesgo.
Su dedo traza mi mandíbula. 


—Cada adquisición tiene sus riesgos. Tienes que mostrarle que la recompensa vale la pena.
—Eso es lo que estoy tratando de hacer.

Ella se alza entonces. 

—Sabes, hay algo que te puede ayudar. Uno de mis antiguos compañeros de estudio de Wharton diseño una plantilla para un nuevo modelo de valuación. Si lo ejecutas y los números son sólidos, tal vez esto sería suficiente para persuadir a Jarvis de dar el paso.

Estoy empezando a pensar que el cerebro de Lali me excita casi tanto como su culo.
Casi.

—Está en un disco en mi bolso. Lo conseguiré para ti.

Cuando se levanta para ir, agarro la parte inferior de la camisa y la jalo de vuelta a mí regazo-así no hay manera de que pueda perder la erección perpetua que tengo. Mis brazos se envuelven alrededor de su cintura, atrapándola. Mi boca contra su oreja.

—Antes de que lleguemos a eso, hay algo que quiero hacer primero.

Hay diversión en su voz cuando pregunta

—. ¿Qué quieres hacer, Peter?

La recojo, tiro todo lo que hay en mi escritorio y la recuesto.

—Tú.

...

Pasamos el resto del día trabajando. Y hablando. Y riendo. Le hablo a Lali sobre Rufi y El Tarro de las Malas Palabras que me está dejando seco. Ella me cuenta más sobre crecer en Greenville y el restaurante de sus padres. Comemos en el balcón. Es frío, así que Lali se sienta en mis piernas para mantener el calor y me alimenta con sus dedos.
No recuerdo haber tenido un momento tan bueno. Y aún no estamos cogiendo.
Imagínate.

...

Son después de las diez. Nos estamos preparando para la cama. Lali está en la ducha.
Sola.
Tomó mi navaja de afeitar y me echó. A diferencia de las mujeres, los hombres no necesitan privacidad. No hay ninguna función corporal, que un hombre no actué frente a una audiencia.
No tenemos ninguna vergüenza.

Pero no importa; Si Lali necesita su espacio, lo puede tener. Me mantengo ocupado mientras espero. Cambio las sabanas. Tomo la caja de condones de mi cajón - para tener algunos de fácil acceso.
Y mi corazón se hunde. Y si pudiera, mi polla lloraría.
La caja está vacía. 


—Joder.
—Mis pensamientos exactamente. Las grandes mentes piensan igual.

Giro ante la voz de Lali. Está en la puerta, una mano en su cadera, la otra apoyada contra la puerta. Es hermosa, maravillosamente desnuda. Su vagina esta afeitada aún más que antes, solo un susurro de rizos oscuros. Cristo dulce.

Sigo esperando el momento en el cual el cuerpo de Lali no llegue a mí. Cuando me sienta he-estado-ahí-y-he-terminado. Hasta ahora, es justo lo contrario.
Es como… comer langosta. Si nunca has comido, piensas, “Eh, tal vez”. ¿Pero una vez la has probado? La oportunidad de comer otra hace que tu boca se llene de agua como el maldito río Mississippi. Porque ahora ya sabes lo que realmente es delicioso. Incluso sólo pensar en ella...Dios. Puedo terminar siendo el primer hombre en la historia capaz de masturbarse sin tocarse a sí mismo.

Mira mamá-sin manos.
Camina hacia mí, envuelve los brazos alrededor de mi cuello y me besa lentamente, su lengua traza mi labio inferior de una manera jodidamente sexy. Me obligo a retroceder


—Lali, espera... no podemos.

Su mano se desliza en mis calzoncillos, alrededor de mi polla ya dura. Ella da unas cuantas bombeadas

—Creo que alguien está en desacuerdo contigo.

Presiono mi frente contra la de ella. Mi voz suena estrangulada. 

—No...Es decir, estamos fuera. Condones. Yo.... um... — Pongo mi mano sobre la de ella, deteniendo sus movimientos así voy a ser capaz de sacar unas pocas palabras que tengan realmente sentido. —Tengo que ir a la tienda de la esquina y conseguir más... y luego...Dios, y luego follarte toda la noche.

Lali baja la mirada y traga. Su voz es apagada. 

—O, podríamos no utilizarlos.
—¿Qué?

Nunca lo he hecho sin condón. Ni una vez. Ni siquiera durante mis años de juventud. Siempre he amado mi polla demasiado como para que se marchite y caiga.

—Estoy tomando la píldora, Peter. Y Benja... es un montón de cosas, pero él nunca me engañaría. ¿Te has hecho... pruebas?

Claro que sí. Una vez al mes, durante tanto tiempo como puedo recordar. Es un deber con mi estilo de vida. Gajes del oficio, se podría decir. Mi voz prácticamente es un chirrido. 

—Sí. Yo...yo lo tengo. Estoy bien. Pero... ¿estás segura?

Me han ofrecido un montón de cosas en la cama. Todo tipo de artilugios y juego de roles que puedas imaginar. Algunos probablemente no. Follar sin protección nunca ha sido uno de ellos. No es inteligente ni seguro. Una mujer puede decir que está en la píldora, pero ¿cómo lo sabes? La gente puede decirte que están limpios, pero yo no les creería. Eso requiere confianza.
Y confianza nunca ha sido un factor en mi vida sexual.

No se trata de compartir-conocer a alguien y dejar que me conozca. Se trata de conseguirlo y conseguir a la chica en el proceso. Fin.

—Quiero sentirte, Peter. Quiero que me sientas. No quiero... nada entre nosotros.

La miro a los ojos. La forma en que me está mirando... es justo como lo hizo ayer después de la ducha. Como si me estuviera dando algo - un regalo. Esto es sólo por mí. Sólo para mí. Y es ella. Porque confía en mí, tiene fe en mí, cree en mí. Y ¿sabes qué?
No quiero que Lali nunca me mire de otra manera diferente.

—Lali, estos últimos días contigo han sido increíbles. Nunca...yo nunca... — No sé cómo describir lo que siento. No tengo idea de cómo decírselo. Me gano la vida con la capacidad de comunicarme. Por ser capaz de expresar una idea. Describir un plan.

Pero en este momento las palabras son lamentablemente inadecuadas.
Así que la agarro por los brazos y la arrastro contra mí. Ella gime de sorpresa o entusiasmo - no estoy seguro de que. Desliza su lengua contra la mía, y tira de sus manos en mi pelo. De alguna manera terminamos en la cama, lado a lado, nuestras bocas fundidas, mis calzoncillos en el piso. Mi mano se desliza sobre sus tetas, su vientre y entre sus piernas.
Gruño


—Joder, Lali, ya estás húmeda.

Y lo está. Apenas la he tocado y está goteando por mí. Jesús. Nunca he deseado a nadie o a algo tanto como la deseo a ella en este momento. Ella mordisquea mi cuello mientras deslizo mis dedos en su interior. Su coño se cierra alrededor de ellos como un maldito guante, y ambos gemimos en voz alta.

Entonces las manos de Lali están sobre mí, por todo mi cuerpo. Ahuecando mis pelotas, acariciando mi polla, arañando mi pecho y espalda.

Ella rueda debajo de mí. La necesito - ahora. Provoco su entrada con mi polla, cubriendo la punta con su dulce crema. Calor sale de ella, por ella. Es como un fuego -llamándome, atrayéndome. Empujo lentamente pero hasta la empuñadura y mis ojos caen cerrados en perfecto y jodido éxtasis.
Está desnuda, sin interferencia, a mí alrededor. Se siente... más. Más húmeda, más caliente, más apretada. Más en todos los sentidos. Es increíble.

Lali agarra mi culo, amasando, masajeando e instándome a ir más profundo. Pero salgo todo el camino, así puedo deslizarme en su interior otra vez.
Dios Todopoderoso.

Establezco un ritmo. No es lento o dulce o tierno. Es brutal y caliente y jodidamente increíble.
Agudos lloriqueos escapan a través de sus labios separados. Entonces mi boca está sobre la de ella, cortándolos. Y nos estamos agarrando el uno al otro, desesperados y crudos.
Como si fuera la primera vez. Como si fuera la última vez.

Ella está curvada a mí alrededor en todos los sentidos. Su coño envuelve mi polla, sus piernas rodean mi cintura, sus brazos rodean mi cuello - todo envuelto como algún exquisito regalo. Y yo estoy hundiéndome en ella, queriendo estar más cerca, necesitando estar más profundo. Dios, me arrastraría dentro de ella si pudiera y no saldría.

Las manos de Lali encuentran las mías. Nuestros dedos se entrelazan, y los llevo, unidos, arriba de su cabeza. Nuestras frentes se tocan - cada jadeo, cada aliento, se mezcla y se une. Sus caderas se mueven con las mías, como la corriente del océano. Ida y vuelta. Como una sola voz frenética. Juntos.
Nuestros ojos se cierran. 


—Dios, Peter... no te detengas... por favor, nunca pares.

Me estoy ahogando en ella. Apenas tengo aliento. Pero de alguna manera gruño. 

—No. Nunca pararé.

Siento cuando llega. Cada húmedo centímetro abrasador de ella se tensa felizmente a mí alrededor. Y es tan bueno... tan salvajemente intenso que quiero llorar del placer. Entierro mi cara en su cuello, inhalándola, devorándola. Y entonces estoy llegando con ella - dentro de ella. Bañando su interior con cada carnal empuje. Dulces corrientes de electricidad me traviesan mientras una sola palabra sale de mis labios una y otra vez:

—Lali...Lali...Lali...Lali.

Es un milagro.
Después de varios momentos, nuestros cuerpos inmóviles, Los únicos sonidos en la sala son nuestras rápidas respiraciones y los fuertes latidos del corazón.
Entonces Lali susurra: 


—¿Peter? ¿Estás bien?— Levanto mi cabeza y me encuentro con sus hermosos ojos que me observan con preocupación. Su mano toma mi mejilla suavemente—. Estás temblando.

¿Alguna vez has tratado de tomar una foto de algo muy lejano? ¿Y observas a través del lente y la escena entera es una mancha borrosa? Así que te metes con el enfoque; acercando y alejando. Luego la cámara gira y segundos más tarde — boom — claridad instantánea.
Todo encaja en su lugar.

La imagen es tan clara como el cristal.
Eso es lo que es para mí — ahora — mirando a Lali. De repente, es todo tan obvio. Tan jodidamente claro.
Estoy enamorado de ella. Totalmente. Impotentemente. Patéticamente.
Enamorado.
Lali me posee. Cuerpo y alma.

Es todo en lo que pienso. Es todo lo que nunca pensé que quería. No es solo perfecta — es perfecta para mí.
Haría cualquier cosa por ella.
Lo que sea.
La quiero cerca de mí, conmigo. Todo el tiempo.
Para siempre.
No es sólo el sexo. No es sólo su cuerpo o su brillante mente. No es sólo porque me hace pensar o porque está dispuesta a desafiarme. Es más que eso.

Es todo.
Es ella.

He roto todas las malditas reglas que tenía para estar con ella. Y no sólo para follarla.
Era para tenerla. Para mantenerla.
¿Cómo no lo vi antes? ¿Por qué no lo sabía?

—¿Hola?— Ella me besa suavemente en los labios. —¿Adónde fuiste? Te perdí por un minuto. ¿Estás bien?
—YO...— Trago con fuerza. —Lali, yo...— Tomo una respiración profunda. —Yo...Estoy bien.— Sonrío y beso su espalda —. Creo que me acabaste.
Ella se ríe. —Guau. Nunca pensé que eso iba a pasar.

Sí y que lo digas.






CONTINUARA...


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