viernes, 3 de abril de 2015

Tangled #4




CAPITULO 4

Resulta que después de todo no llegue a tener bolas azules. Me encontré con la chica de la casa de café esa noche. Es instructora de yoga.
Genial.
¿Qué? Vamos, no seas así. Deseo a Lali, sin lugar a dudas. Pero no esperes que actúe como un monje hasta que suceda. Lo que las mujeres no entienden es que un tipo puede desear a una mujer y aun así follar con otra. Diablos, un tipo podría amar a una mujer y todavía follar con otras diez. Es tal y como es.
El sexo es una liberación. Puramente físico. Eso es todo. Al menos lo es para los hombres.
Vale, vale — cálmate — No empieces a lanzarme zapatos o algo así.
Al menos para este hombre lo es. ¿Mejor?
Tal vez vas a entender mi punto de vista si lo pongo de esta manera. Tú te cepillas los dientes, ¿no? Bueno, supongamos que tu dentífrico favorito es Aquafresh. Pero en la tienda se acabó. Todo lo que tienen es Colgate. ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a usar Colgate, cierto?
Quizá quieras cepillarte con Aquafresh, pero cuando todo está dicho y hecho, usas lo que tienes para mantener limpios y blancos esos dientes. ¿Ves mi forma de pensar? Bien.
Ahora, volviendo a mi historia de angustia y dolor.
Nunca he seducido a una mujer antes.
Chocante, lo sé.

Déjame aclararlo. Nunca tuve a seducir a una mujer antes, no en el sentido típico. Generalmente, sólo toma una mirada, un guiño, una sonrisa. Un amistoso saludo, tal vez un trago o dos. Después de eso, el intercambio verbal sólo implica frases cortas de una palabra como más fuerte, más, más abajo... tú me entiendes.
Así que el concepto entero de conversar-con-una-mujer-para-llevarla-a-la-cama es muy nuevo para mí, lo admito. Pero no estoy preocupado. ¿Por qué no, te preguntas?
Porque yo juego ajedrez.

El ajedrez es un juego de estrategia, planificación. De pensar dos pasos por delante de tu próximo movimiento. De orientar a tu oponente donde necesitas que este.
Durante las dos semanas después de su primer día, tratar con Lali, para mí, ha sido exactamente igual que jugar al ajedrez. Unas palabras sugerentes, algunas caricias inocentes pero seductoras. No te aburriré con los detalles de cada conversación. Sólo diré que las cosas están progresando bien; todo va según lo planeado.
Me imagino que tardará una semana — dos copas — hasta que yo sea capaz de reclamar ese tesoro dorado entre sus cremosos muslos. Ya sé cómo voy a jugarla. He pasado horas de hecho, imaginando, fantaseando acerca de ello.
¿Quieres oírlo?
Pasará una noche cuando estemos trabajando hasta tarde en mi oficina, — los únicos que quedan. Estará cansada, rígida. Yo me ofreceré a masajear su cuello, y ella lo permitirá. Entonces me inclinaré y le daré un beso, empezando en su hombro, seguido hasta su cuello, degustando su piel con mi lengua. Finalmente, nuestros labios se reunirán. Y estará caliente — jodidamente abrasador. Y va olvidar todas las razones de por qué no deberíamos: nuestro mutuo lugar de trabajo, su estúpido prometido. Lo único que podrá pensar será en las cosas que yo y mis expertas manos van a hacer con ella.
Tengo un sofá en mi oficina. Es de gamuza — no de cuero. ¿Se mancha la gamuza? Espero que no. Porque ahí es donde terminaremos — en ese sofá tristemente infrautilizado.

Ahora déjame preguntarte esto: ¿has visto esos anuncios que dicen cómo la vida puede cambiar en un instante?
Sí, sí, voy algún lado con esto — solo ten paciencia conmigo.
Sabes de lo que estoy hablando, ¿no? Donde la familia feliz está conduciendo por la calle principal en un día soleado y luego...BAM. Colisión frontal con un camión. Y papá sale volando por la ventana porque no tenía su cinturón de seguridad abrochado.
Han diseñado eso para asustarnos. Y lo hacen. Pero el hecho es que también están repletos de verdad. Nuestras metas, nuestras prioridades pueden cambiar instantáneamente — generalmente cuando menos lo esperamos.

Así, tras dos semanas de estrategias y fantasear, estoy seguro que Lali Esposito será mi siguiente rollo de una noche. No recuerdo querer a alguien tanto como la deseo a ella. Definitivamente nunca he esperado por una mujer tanto como lo he hecho por ella. Pero el punto es, para mí, es un hecho — una conclusión inevitable — no un sí sino simplemente un cuándo.
Y luego, el lunes por la tarde, mi padre me llamó a su oficina.

—Siéntate, hijo. Hay un asunto que me gustaría discutir.

Mi padre a menudo me llama para hablar sobre cosas que aún no está listo para compartir con el resto del personal. 

—Acabo de hablar por teléfono con Saul Anderson. Él está buscando diversificar. Viene a la ciudad el mes que viene en busca de ideas.

Saul Anderson es un magnate de los medios de comunicación. Mucho dinero — el tipo de persona que hace que Rupert Murdoch parezca un peón. ¿Tienes una servilleta? Porque creo que estoy babeando.

—¿El mes que viene? Bien, puedo trabajar con eso. No hay problema—. Siento la emoción bombear en mis venas. Así se debe sentir un tiburón cuando alguien vuelca un gran cubo de carnadas sangrientas en el agua. Es excitante.

—Peter...— interrumpe mi padre, pero mi mente está demasiado ocupada girando con ideas para escucharlo.
—¿Ninguna idea de lo que está buscando para entrar? Quiero decir que las posibilidades son casi infinitas.
—Hijo— mi padre intenta otra vez.

Puedes verlo venir, ¿no?
Sin embargo, yo sigo divagando, 


—Las estaciones Cable son las gallinas de los huevos de oro. Los medios de comunicación social están en el inodoro en este momento, así que podríamos recoger algunas verdaderas gangas. La producción de cine es siempre una apuesta segura, y eso reduciría la sobrecarga cuando ellos jueguen de nuevo en su propia red.
—Peter, voy a dar la cuenta a Lali Esposito sujeta el jodido teléfono. ¿Quieres repetir eso para mí?
—¿Qué?
—Es buena, Peter. Te lo aseguro, es muy buena.
—¡Ha estado aquí por dos semanas!

Los perros son territoriales. Ya lo sabes ¿verdad? Por eso el parque parece tener un suministro interminable de orina, donde ellos insisten en parar cada cuatro segundos para extenderse. Es porque creen que es su parque. Y quieren que los demás perros lo sepan, que conozcan que ellos estaban allí primero. Es la forma no verbal de más o menos decir: “Vete a la mierda — encuentra tu propio parque.”
Los hombres son de la misma forma.
No voy a mear un círculo alrededor de mi escritorio ni nada, pero esta empresa es mía. He nutrido estos clientes desde que eran pequeñas corporaciones. Las he visto, como un orgulloso papá, crecer a resistentes conglomerados. Yo los he agasajado, los he cenado. He puesto hora tras hora, años de noches de insomnio. Mi trabajo no es lo que hago, es lo que soy. Y que me cuelguen si Ally Dawson va a entrar su culo y quitarme esto.
No importa que tan bueno el culo pueda estar.

—Sí,— dice mi padre, —y ¿has visto algunas de las cosas que ella ha ideado en estas dos semanas? Es la primera en llegar y la última en irse— cada día. Ella es fresca y piensa fuera de la caja. Ha aportado algunas de las inversiones más innovadoras que he visto. Mis instintos me dicen que le dé la pelota y vea que va a hacer con ella.

¿Cuáles son las señales de advertencia temprana de la demencia, exactamente?

—Solo va a tientas, eso es todo lo que hace— Grito. Pero sé por experiencia que el dramatismo no llega a nada con mi padre, así que pellizco mi nariz para tratar de calmarme—. Está bien, papá, he oído lo que dices. Pero Saúl Anderson no es un cliente que simplemente le pasas a alguien para ver si puede entrometerse. Es alguien a quien le das tus mejores y más brillantes. Alguien que sabes puede llevarlo hasta la zona de anotación. Y ese soy yo.

¿No es así? Me pregunto cuando nubes de incertidumbre llenan sus rasgos.
Mientras el silencio de mi padre se extiende, mi estómago se retuerce en mis entrañas. No es que tenga un complejo de papi ni nada, pero estaría mintiendo si dijera que no disfruto del orgullo que mi padre toma ante mi rendimiento en la oficina. Su mano derecha. Soy su chico para todo. Cuando estamos abajo por dos con cinco en el reloj, puedes apostar tu culo que yo soy el único al que Juan Lanzani pasa el balón.
O al menos lo solía ser.

Estoy acostumbrado a tener su confianza completa. El hecho de que su confianza parezca estar vacilando es...bueno... me duele.

—Te diré algo.— Suspira. —Tenemos un mes. Crea una presentación. Lali tiene que hacer lo mismo. Quien pueda derribar mis calcetines consigue una oportunidad con Anderson.

Debo sentirme insultado, en serio. Lo que él pide es el equivalente de decirle al ganador de un Oscar que tiene una audición para interpretar a un maldito extra. Pero no discuto. Estoy demasiado ocupado planeando mi próximo movimiento.
¿Ves lo que decía sobre la vida?
Así, Lali Esposito ha pasado de ser una mujer que no podía esperar para llevar a mi cama a alguien que no puedo esperar para aplastar bajo mi bota. Mi adversario. Mi competencia. Mi enemigo.
No es su culpa. Lo sé. Ahora pregúntame si me importa.
Ni un poco.

...

En modo de combate completo, regreso al cuartel general— también conocido como la oficina. Le doy a Cande algunas órdenes y trabajo el resto de la tarde. Alrededor de las seis, le pido a Cande que llame a Lali a mi oficina.
Siempre conserva la ventaja de jugar en casa. Jugar en tu propio territorio. Recuerda eso.
Ella entra y se sienta, su expresión ilegible.

—¿Qué pasa, Peter?

Su pelo está suelto, enmarcando su cara como una brillante cortina larga. Por un segundo, me imagino como se sentirá haciendo cosquillas en mi pecho, cubriendo mis muslos.
Sacudo mi cabeza. Concéntrate, Moon, concéntrate.
Lleva un traje oscuro borgoña con tacones a juego. Lali está en los tacones. Creo que es porque ella es naturalmente pequeña, la ventaja de altura que le dan le hace sentir más confianza en la oficina.
A los chicos les encanta los talones. Los asociamos con todo tipo de fantásticas posiciones sexuales. Si quieres que un hombre se fije en ti, no te equivocarás con un par de tacones brillantes de aguja de cuatro pulgadas, lo juro.
Mientras mis ojos vagan sobre ella de su cabeza a sus pies, digamos, surge un problema. Aunque mi mente reconoce que Lali Esposito ahora mi rival, al parecer a mi polla no le ha llegado el memo.
Y él, a juzgar por su reacción, todavía quiere hacer amigos.

Así que me imagino a Miss Gurgle, mi maestra de ciencia de quinto grado, en mi mente. Era una bestia de mujer. Una luchadora retirada— no del tipo de bikini. Tenía un lunar en su mejilla derecha que era tan grande, que estábamos seguros de que era la cabeza de un gemelo que no se había separado en el útero. Era asqueroso pero extrañamente hipnótico al mismo tiempo—no podías evitar mirarlo. Bailaba cuando hablaba, como un cuenco lleno de gelatina.
Me estremezco un poco, pero funciona. Todo está claro por debajo.

—Saúl Anderson va a venir a la ciudad el mes que viene,— dije al fin.

Sus cejas se levantan. 

—¿Saúl Anderson? ¿En serio?
—En serio,—le digo, todo negocios. No hay más placer para ella—. A mi padre le gustaría que armaras una falsa presentación. Un ensayo, como si realmente fueras a lanzarlo a un cliente. Piensa que sería buena práctica para ti.

Lo sé, lo sé... crees que soy un canalla. Ni le estoy dando una oportunidad justa. Bueno, supéralo. Estos son negocios. Y en los negocios — como en la guerra, todo vale.
Espero que se entusiasme. Espero que este agradecida. Ella no lo está para nada.
Sus labios se unen en una línea muy estrecha, y su expresión se vuelve seria. 


—Práctica, ¿eh?
—Eso es correcto. No es gran cosa; No te molestes. Solo lánzale algo a él. Hipotéticamente.

Cruza los brazos delante de su pecho e inclina la cabeza hacia un lado. 

—Eso es interesante, Peter. Teniendo en cuenta que tu padre acaba de decirme que aún no ha decidido quién consigue a Anderson. Dependerá de ti o de mí, quien arme la estrategia más impresionante. De la manera en que él lo explicó, suena como algo muy importante.

Oh oh.
Cuando yo tenía doce años, Agus y yo conseguimos una revista Hustler de una tienda de conveniencia. Mi padre me sorprendió con eso en mi cuarto antes de haber tenido la oportunidad de esconderlo debajo de mi colchón. La expresión de mi cara en este momento es muy similar a la que llevaba entonces.
Atrapado.

—¿Jugamos un poco sucio,?— pregunta, sus ojos estrechos con suspicacia.

Me encojo de hombros. 

—No te adelantes, cariño. Anderson está viniendo a mí. Mi padre sólo te está lanzando un hueso.
—¿Un hueso?
—Sí. Has tenido tus labios pegados a su culo desde que empezaste. Me sorprende que todavía pueda mantenerse erguido. Él piensa que esto te alejara de su espalda por un rato.
Siempre ataca primero — también recuerda eso. ¿El equipo que anoto primero? Casi siempre es el equipo que gana. Búscalo si no me crees.

Sí, estoy tratando de sacudir su confianza. Sí, estoy tratando de desbaratar su juego.
Demándenme.
Te conté mi historia. Te dije como me crecí. Nunca he tenido que compartir mis juguetes; No pienso compartir a mis clientes.
Pregúntaselo a cualquier niño-de-cuatro-años — compartir apesta.
Cuando habla, su tono es letal, afilado como un maldito machete. 


—Si vamos a trabajar juntos, Peter, creo que deberíamos aclarar algunas cosas. No soy tu cariño. Mi nombre es Lali, Mariana. Úsalo. Y no soy un lameculos. No tengo que serlo. Mi trabajo habla por sí mismo. Mi inteligencia, mi determinación, es lo que hizo que tu padre se fijara en mí. Y obviamente piensa que eres un poco carente de esos departamentos desde que él me está considerando para Anderson.
Ouch. Ciertamente va a la yugular, ¿no?
—Y sé que las mujeres probablemente caen sobre sí mismas para conseguir tu atención y una de tus sonrisas encantadoras— continúa, —pero eso no va a pasar conmigo. No pienso ser una de tus fans o una muesca en tu cama, así que puedes guardarte tus líneas, tu sonrisa y tu mierda para alguien más.

Se levanta sobre sus pies y descansa las manos en el borde de mi escritorio, inclinándose.
Oye, sabes que si me enderezo sólo un poco más, puedo ver directamente bajo de su blusa. Me encanta ese lugar en una mujer. Ese valle justo entre su—
¡Basta!
Mentalmente, me abofeteo. Y ella continúa.

—Estás acostumbrado a ser número uno por aquí. Estás acostumbrado a ser el hombrecito especial de papá. Bueno, hay un nuevo jugador en la ciudad. Lidia con eso. He trabajado duro para conseguir este trabajo, y planeo hacer un nombre para mí. ¿No te gusta compartir el centro de atención? Muy mal. O bien puedes hacer sitio para mí en la mesa, o pasare por encima de ti si te metes en mi camino. De cualquier manera, puedes apostar tu culo que llegaré allí.

Se gira para irse, pero luego vuelve a mirarme, sus labios curvados en una dulce sonrisa. 

—Oh y yo diría buena suerte con Anderson, pero no me molestaré. Toda la suerte en Irlanda no va a ayudarte. Saul Anderson es mío... cariño.

Y con eso, se vuelve y sale de mi oficina, más allá están Agus y Jack, que están de pie en mi puerta con la boca abierta.

—Bueno... Maldición,— dice Agus.
—Está bien, ¿alguien más esta excitado ahora?— pregunta Jack. —En serio, tengo madera aquí porque eso— apunta en la dirección que Lali salió—fue jodidamente caliente.

Fue caliente. Lali Esposito es una mujer hermosa. Pero cuando está enojada, es espectacular.
Nico entra con una taza de café en la mano. Al ver las miradas en nuestras caras, pregunta, 


—¿Qué? ¿Qué me perdí?

Agus muy feliz, dice 

—Peter está perdiendo su toque. Acaba de ser bofeteado verbalmente. Por una chica.
Nico asiente con la cabeza y dice, 
—Bienvenido a mi mundo, hombre.

Ignoro a los tres chiflados. Mi atención se centra en el reto que Lali acaba de arrojar. La testosterona que bombea a través de mi cuerpo grita por la victoria. No sólo una victoria, sino un shut-out— nada menos que un completo e indiscutible golpe de gracia.



CONTINUARA...

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