viernes, 10 de abril de 2015

Tangled #20




CAPITULO 20

Esta bien eso no salio muy bien.
Tienes razón — fue un maldito desastre. ¿Crees que debería haber ido tras ella? Pues te equivocas. ¿Has leído El Arte de la Guerra de Sun Tzu? Yo sí. Es un libro sobre estrategia militar. Un buen general sabe cuándo atacar. Un gran general sabe cuándo retirarse. Para reagruparse.

Ya le dije a Lali lo que necesitaba. Ahora tengo que mostrarle.
Las acciones ganan guerras. Las acciones curan las heridas. No las palabras. Las palabras son baratas. La mía, en particular, tiene el combinado valor de una pelusa de bolsillo en este momento.
Así que…tengo un plan. Y el fracaso no es una opción. Porque esto no es solo sobre mí, sobre lo que quiero. 


Ahora ya no. Es por que Lali también lo quiere. Y ella me quiere. Claro, está luchando, pero está ahí. Como siempre lo ha estado.
Nadie jamás será para Lali lo que yo puedo ser. Y—antes de que me quites la cabeza— no estoy diciendo esto debido a mi super desarrollada sensación de confianza. Lo digo porque detrás de la ira, bajo el dolor...Lali esta igual de enamorada de mi como yo lo estoy de ella.
Mirarla es como mirarme en un maldito espejo.

No voy a renunciar. No voy a tirar la toalla. No hasta que los dos tengamos lo que queremos.
Estar juntos.
Oye, ¿sabes qué más un gran general sabe hacer?
Llamar en reservas.

...

Aquí está un hecho para ti: la mayoría de los hombres no pueden realizar múltiples tareas.
Es cierto.
Es por eso que no atrapas a muchos tipos tratando de hacer una cena de Acción de Gracias de curso completo. Esa es la razón por la que las madres de todo el mundo vuelven a casa para encontrar un área de desastre cuando dejan a sus hijos con el marido por unas horas. La mayoría de nosotros puede centrarse sólo en una cosa a la vez.
La mayoría de nosotros, excepto yo.

Antes de salir por la puerta de la oficina, llamo a Cande por el celular. No, no soy un negrero. Si eres asistente de uno de los más exitosos-banqueros de Nueva York, las llamadas nocturnas son parte de la descripción del trabajo. Ahora que mi cabeza ha sido retirada de sus vacaciones de una semana en mi culo, tengo que averiguar si me quedan clientes con los que trabajar.
Por suerte para mí, lo hago.

—Espero que puedas cultivar un tercer riñón, Peter. —Dice Cande—. Porque si Agus, Jack y Nico necesitan uno al mismo tiempo, vas a tener que dárselos.

Al parecer, son los que me han estado cubriendo mientras estaba haciendo esa abolladura permanente en mi sofá.

—Anótale a Jack una mesa en el Scores este fin de semana. Va por mí.

Nada dice gracias como una stripper prepago.
En cuanto a Agus y Nico, voy a tener que pensar en eso. Tengo la sensación de que una sección de tetas en un bar está prohibida en el Lado Oscuro.

Después de que Cande me actualiza sobre el trabajo, le digo que limpie mi agenda y le doy una lista de las cosas que necesitare para mañana. Tengo un día del infierno planeado, pero no tiene nada que ver con la banca de inversión.
Para cuando cuelgo, estoy caminando por la puerta de mi apartamento. Jesucristo. Cubro mi nariz con la mano. ¿Cómo demonios viví con ese olor por siete días?
Oh, es verdad — estaba en estado vegetativo.

Tomo una buena mirada alrededor. Las bolsas de basura hacen una línea en una de las paredes. Botellas vacías están apiladas sobre la mesa. Platos sucios llenan el fregadero y el aire tiene un aroma rancio parecido a ese que se filtra a través de los respiraderos del coche cuando estás atrapado en el tráfico detrás de un camión de basura. Euge hizo su mejor esfuerzo por limpiar, pero sigue siendo un desastre.
Como mi vida en este momento, ¿eh? Qué simbólico.

Camino hacia mi habitación donde realmente puedo respirar por la nariz. Me siento en el borde de la cama y miro el teléfono. ¿Recuerdas esas reservas que he mencionado? Es hora de llamarlas.
Recojo el teléfono y marco. Una suave voz me saluda después del segundo timbre. La perfecta combinación de fuerza, consuelo, y yo respondo.

—Hola, mamá.

Pensabas que estaba llamando a alguien más, ¿no?
En el fondo: soy hijo de mama. Soy lo suficientemente hombre para admitirlo. Y créeme, no soy el único. Explica muchas cosas, ¿no? Esa es la razón por la que tu novio no logra llevar sus calcetines o ropa interior al cesto —porque creció con mami haciéndolo por él. Por eso tu salsa para la pasta es buena, pero no tan buena— porque sus papilas gustativas están finamente sintonizadas en la salsa Domingo de mamá.

Además, ya sabes el dicho “Una madre sabe mejor”. Sí, es molesto. ¿Pero es exacto? Absolutamente, joder. Nunca he sabido que mi madre estuviera equivocada. Acerca de algo. Así que en este momento, su opinión es mi recurso más valioso. Sé lo que creo que debo hacer para arreglar las cosas con Lali, pero quiero confirmar que eso es en realidad lo correcto a hacer. Este es un territorio nuevo para mí. Y no puedo meter la pata.
Otra vez.
Mi madre empieza a hablar de compresas frías y sopas de pollo. Pero la corto.

—Mamá, no estaba enfermo. No como crees, de todos modos.

Con un suspiro, la conduzco en todo el sórdido cuento. La versión abreviada, clasificación B.
Se siente como una confesión.
Después de describir la mañana en mi oficina donde metí la pata con Lali —está bien, tienes razón, donde prácticamente jodí la entera perrera— mi madre suelta un doloroso


Oh, Peter.

Mi estómago se revuelve con pesar y decepción. Lo que no daría por una máquina del tiempo.
Termino la historia de mi caída y me dedico a explicar mis planes para arreglar todo esto mañana mismo. Cuando finalizo, ella está en silencio durante unos segundos. Y luego hace lo último que esperaba que mi educada y reservada madre hiciera.
Se ríe. 


—Eres igualito a tu padre. A veces me pregunto si tienes algo de mi ADN en lo absoluto.

Nunca he visto cualquier similitud entre mi padre y yo. Excepto nuestro amor por los negocios, nuestra facilidad para tener éxito. Siempre hemos estado igualados en ese aspecto. Caso contrario, mi padre es tan puritano como se es posible. Un leal, dedicado hombre de familia. Lo opuesto de mí en todos los sentidos.

—¿Lo soy?

Ella todavía está riéndose

—Algún día te voy a contar cómo tu padre y yo realmente terminamos juntos en Columbia. Y podrá incluir todos los detalles pequeños y sucios que él nunca quiso que tú supieras.

Si esa historia involucra sexo de cualquier manera, no quiero escucharlo.
Jamás.
Por lo que a mí respecta, mis padres han tenido sexo dos veces en toda su vida. Una vez por Euge y otra vez por mí. Eso es todo. A cierto nivel me doy cuenta de que me estoy engañando a mí mismo, pero este es un tema donde prefiero vivir en la negación.

—En cuanto a ti y a Lali, me imagino que ella estará muy... impresionada con lo que has planeado. Con el tiempo. Al principio, me imagino que estará furiosa. Debes estar preparado para eso, Peter.

Estoy contando con eso. ¿Recuerdas esa buena línea de la que Agus hablo?

—Tengo que preguntarte, querido, ¿estás seguro? ¿Estás absolutamente seguro que Lali Esposito es la joven para ti? ¿No sólo como amante sino como una amiga, compañía, y compañera? Tienes que estar seguro, Peter. 
Es malo jugar con los sentimientos de alguien; No necesitas que te diga eso.
Ahora hay reproche en su voz —el mismo tono que usó cuando tenía ocho años y me atrapo leyendo el diario de Euge.

—Estoy cien por ciento seguro. Es Lali o... nada.

Todavía estoy asombrado de que eso sea cierto. Y, francamente, estoy cagado de miedo.
Es decir, incluso antes de que follara a Lali, mi interés en cualquier otra jodida mujer había comenzado a desvanecerse. Drásticamente. Y no fue porque eran muy malas en la cama. Fue porque ellas no eran Lali. Si, por alguna catástrofe, Lali no volvía conmigo, muy bien podría afeitarme la cabeza y mudarme al maldito Tíbet.
He oído que los monjes están contratando.

—Pues bien, este es mi consejo: se implacable. Inflexible. Absolutamente persistente en tu búsqueda. Si tu confianza vacila en algo, Lali tomará eso como una señal de que tu afecto puede flaquear también. Ya le has dado varias razones para no creer en ti; No dejes que tus inseguridades le den más. Se dulce, Peter. Se honesto. Actúa como el hombre que te he criado para ser. El hombre que sé que eres.

Sonrío. Y así, lo sé —sin duda— que de alguna manera, de alguna forma, voy a arreglar todo esto.

—Gracias, mamá.

A medida que voy despidiéndome, agrega

—Y por el amor de Dios, tan pronto como se despeje esta situación, los quiero a los dos en casa para cenar. 

Quiero conocer a la mujer que tiene a mi hijo envuelto alrededor de su dedo. Debe ser extraordinaria.
Un centenar de imágenes de Lali saltan a la vez en mi cabeza...

Lali en su escritorio, con las gafas. Toda brillantez y determinación. Una fuerza a tener en cuenta.
Lali riéndose por uno de mis inapropiados comentarios. Introduciendo a Agus y a Dee-Dee. Ayudando a Agus a salir de un apuro.
Lali en mis brazos, tan jodidamente apasionada y generosa. Confiada y abierta. Ella debajo de mí, encima de mí, a mí alrededor, correspondiendo movimiento con movimiento, gemido por gemido.
Sonrío más ampliamente.

—Ella es, mamá. Realmente lo es.

...

Es hora de una lección de historia, niños.
Antiguamente, cuando dos clanes estaban en guerra, enviaban a sus nobles en el campo antes de la batalla para tratar de negociar una resolución no-violenta. Si los señores podrían encontrar un compromiso, entonces no habría una pelea. Pero si no llegaban a un acuerdo—la batalla empezaba.

Y estoy hablando de batallas de la vieja escuela con hachas, flechas en llamas, del tipo con balas de cañón-que-te-quitaran-las-piernas-hasta-la-rodilla.
Sí, ésta era una escena en Braveheart. Pero es todavía históricamente exacto.
Mi punto es que por cada gol, hay dos maneras de alcanzarlo: el camino difícil y el camino fácil. Los hombres de ese entonces lo comprendieron. Y yo también. Es por eso que estoy afuera de mi oficina esperando atrapar a Lali antes de que camine a través de la puerta del edificio. Para extender la rama de olivo. Para trabajar por una solución pacífica.
Llamaremos a este mi “camino fácil”.

Y aquí viene. ¿La vez abajo del bloque? Aparentemente, no soy el único que vino a trabajar hoy listo para la guerra. Lali definitivamente tiene su armadura.
Llevaba un traje de pantalón negro y tacones tan altos que estará al mismo nivel de mis ojos. Su cabello está trenzado en un apretado moño con unos mechones acariciando su rostro. Su mentón está levantado, sus ojos son duros y camina feroces, y decididos pasos.
Jodidamente magnífica.

Mi corazón se acelera, y mi polla se eleva a media asta, pero lo ignoro. Es cierto, ha pasado un maldito milenio desde que conseguí algo, pero más tarde llegaré a eso. Ahora, mi enfoque está completamente sobre Lali y mi siguiente paso.
Me alejo del edificio y la encuentro a mitad de camino.

—Hola, Lali. Estás especialmente comestible esta mañana.

Sonrío y extiendo una flor de lavanda púrpura. No la toma. En cambio, pasa junto a mí sin decir una palabra.
Marcho para atrás así estoy todavía delante de ella. 


—Buenos días, Lali.

Ella intenta adelantarme, pero la bloqueo. Y sonrió.
No puede evitarlo.

—¿Qué? ¿No estás hablando conmigo? ¿Crees que es factible teniendo en cuenta que trabajamos juntos?

Su voz es plana y ensayada, como un robot. 

—Por supuesto, Sr. Lanzani que no. Si usted tiene que discutir conmigo, estaría encantada de conversar con usted. Pero si no es sobre trabajo, entonces prefiero…
—¿Señor Lanzani?— No lo creo—. ¿Es algún pervertido juego de rol? Yo soy el jefe malo y tú eres la secretaria sexy?

Tensa su mandíbula, y su mano se aprieta en su maletín.

—O puedes ser el jefe, si lo deseas. Y yo podría ser el ayudante sumiso que necesita ser castigado. 

Definitivamente puedo entrar en la cosa de la dominatrix.
Hace un sonido de asco.
Y se aleja.
Fácilmente la alcanzo. 


—No, espera, Lali. Estoy bromeando. Era una broma. Espera. Realmente necesito hablar contigo.

Su voz es afilada, molesta. 

—¿Qué quieres?

Sonrío y extiendo la flor otra vez. 

—Ven a cenar conmigo el sábado.

Su frente se arruga. 

—¿Estás tomando algún tipo de medicamento del que no soy consciente?
—¿Por qué lo preguntas?
—¿No deje todo claro anoche? ¿Por qué crees que consideraría volver a salir contigo?

Me encojo de hombros

—Esperaba que estuvieras de mejor humor esta mañana. Tal vez después de una buena noche de sueño te darías cuenta de que todavía... te gusto.

Ella resopla. 

—No contengas la respiración.

Da un paso. Luego se detiene y se gira hacia mí.

—No, pensándolo bien, hazlo.

Mantengo el paso junto a ella mientras continúa hacia el edificio. Tengo dos minutos, quizás menos. Hablo rápido.

—En serio, Lali, he estado pensando…
—Las maravillas nunca cesarán.

¿Fue siempre así de sabelotodo?

—Quiero volver a empezar. Hacer las cosas bien esta vez. Quiero invitarte a salir. Decir todas las cosas que debería haber dicho antes. Acerca de lo increíble que eres. Lo importante que eres para mí. Ah, y no voy a mentir otra vez.

Nunca.
En serio.
¿Si diez años a partir de ahora, Lali me pregunta si un determinado par de jeans hacen que su culo se vea gordo, y es cierto? Voy a tomar mi vida en mis manos y decir que sí.
Lo juro.
Ella mira hacia el frente mientras responde


—Gracias por la oferta, pero no gracias. Hacerme sentir estúpida y usada no está en lo alto de mi lista de tareas esta semana. He estado allí, he hecho eso. No busco una repetición.

Agarro su codo suavemente y la giro hacia mí. Trato de atrapar sus ojos, pero ella se niega a encontrarse con los míos. Mi voz es baja. Y sincera.

—Lali...Entré en pánico. Me asusté y metí la pata. No va volver a suceder. He aprendido de mis errores.
—¡Qué coincidencia!— Me mira de arriba abajo significativamente—. Igual que yo.

Entonces camina lejos. Y suelto una gran respiración.
Está bien.
El camino difícil será.
¿Por qué no me sorprende?



CONTINUARA...


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