domingo, 22 de febrero de 2015

Wild Horses 3







CAPITULO 3

Peter detuvo a Helios y a White mientras veía a todos los peones algo alborotados. Le había costado un poco volver ya que White se había puesto algo rebelde. Pero al final lo había conseguido. Pero sobre todo había tardo por quedarse sentado leyendo una y otra vez aquella nota. Él no había vuelto a ese lugar luego de que ella se marchó… y así fue que se olvidó completamente de aquel último día que habían pasado juntos. Se le llenó el corazón de una extraña amargura… era raro. Haber leído eso 10 años después, era muy raro. Soltó un suspiro, no comprendía por qué le dolía. Antes era solo un niño.
Uno de ellos lo vio y le avisó a Gas. Al instante el rubio corrió hacia él. Extrañado, Peter, se bajó del caballo.
—¿Qué pasó? —le preguntó a su primo cuando este llegó a su lado.
—Llegó el jefe —dijo algo agitado.

Peter alzó ambas cejas. No esperaba que Carlos llegara tan temprano. Casi siempre lo hacía por la noche. L
lamó a uno de sus compañeros y le pidió que guardara a los caballos. Se acercó a White antes de que se alejara.

—No más líos por hoy, ¿entendido? —le dijo. El caballo meneó la cabeza. Peter sonrió y palmeó su lomo antes de que se lo llevaran.
Comenzó a caminar hacia la casa. Gas se apresuró a seguirlo.
—Espera —le dijo. Peter siguió caminando.
—¿Por qué están tan alterados todos? —preguntó Peter y lo miró de costado —es solo el jefe. No es la primera vez que viene…
—No es por eso —consiguió decir Gas mientras intentaba ir a la misma velocidad que su primo —no llegó solo…

Está vez Peter se detuvo y lo miró con el ceño fruncido.
—¿No llegó solo? —inquirió.
—No,… llegó con una chica y un chico. Parecían una pareja o algo así. Entraron con él a la casa grande. 


Algunos de los muchachos dicen que… que deben ser compradores.
El corazón de Peter se detuvo. Eso no podía ser cierto. Seguro que no lo era.

Si se había rumoreado que Carlos Esposito tenía ganas de vender el campo. Pero hasta el momento Peter no lo había creído porque simplemente su jefe jamás le había mencionado nada. Pero de repente se sintió intranquilo. 
Aquel campo lo era todo para Peter y no se veía en otro lugar que no fuera ese.
—Voy a ir a hablar con él —le dijo y comenzó a correr hacia la casa.
Si Carlos tenía pensado vender el campo, Peter haría lo imposible para evitarlo. Incluso sería capaz de comprárselo él mismo. No por nada había ahorrado casi toda su vida. Se veía capaz de comprar aquellas tierras. O por lo menos una porción.
Entró a la casa por el lado de atrás, como siempre. Al primer lugar al que entraba era a la cocina. Su madre se sobresaltó un poco y giró para mirarlo.
—¿Qué te pasó? —le preguntó preocupada.
—¿Dónde está el señor Esposito? —dijo al instante.
—En su despacho —respondió ella extrañada.
—Bien —musitó Peter y comenzó a caminar para salir de allí.
—Peter, hijo… espera —ella lo siguió pero al parecer Peter no la escuchaba —¡el señor no vino solo
!

Se quedó quieta en su lugar ya que al parecer él no la había escuchado. Soltando un suspiro volvió a la cocina.
Aun no podía creer que ella estuviese allí de nuevo. Casi sonrió. Peter  tampoco iba a creerlo cuando se enterara. Ella había sido tan importante para él cuando era un niño. ¿La recordaría? estaba segura de que si. 

Volvió a concentrarse en la comida. Más tarde iba a ver la reacción de Peter hacia la llegada de Lali.

Peter se detuvo frente a la puerta del despacho de su jefe. Tomó una gran cantidad de aire y luego golpeó.
—¡Adelante! —dijo él. El castaño abrió y se asomó —¡Peter! —exclamó contento y se puso de pie para acercarse. Él entró del todo. Carlos lo abrazó paternalmente y Lanzani le devolvió el gesto —¿cómo ha estado mi mejor muchacho?
Esbozó una pequeña sonrisa.
—Bien, señor ¿usted? —le preguntó.
—Yo estoy muy bien —aseguró y volvió a sentarse detrás de su escritorio. Le hizo una seña a Peter para que se sentara también —¿Cómo ha estado todo por aquí?

Peter se sentó algo inseguro. Había esperado llegar y encontrar a aquellas dos personas hablando con Carlos, pero estaba solo. Quizás no había nada de que preocuparse.
—Todo ha estado muy bien. Los muchachos y yo hemos estado trabajando muy duro con el tema de la marca de ganado… ya sabe, hay varios problemas con los ladrones por aquí. Y… hemos terminado de levantar la valla entre las propiedades de los Igarzabal y aquí.
—Si, he hablado con Robert y dijo que estaba muy contento con el trabajo. Creo que sobre todo porque ahora podrá tener más controlada a Rochi.


Peter sonrió y asintió. Si había algo que Robert Igarzabal odiaba era que su hija menor saliera huyendo de casa solo para acercarse a ver a Gas. Por eso mismo fue que se había puesto en contacto con Carlos y habían hecho el acuerdo de levantar la valla. Pero lo que el señor Igarzabal no sabía era que Rochi se iba a escapar igual. 

Espero que ahora se quede más tranquilo —dijo Peter.
—Lo dudo mucho —rió Carlos.
Al parecer todo estaba tranquilo. Peter no notaba nerviosismo, ni nada por el estilo en su jefe. Así que estaba descartando completamente el tema de que Carlos quería vender aquel campo. Quizás era una buena idea que se lo preguntara.
—Señor…
—¿Si, hijo? —preguntó mientras lo miraba con ambas cejas levantadas.
—Usted… ¿va a vender el campo?

Carlos frunció el ceño y luego lo miró fijo por unos cuantos segundos. 

—No —dijo al fin. Peter sintió un gran alivio —¿de dónde sacaste eso?
—En realidad es un rumor —le contó —se ha estado diciendo que usted quiere vender el campo para irse definitivamente a la cuidad.
—Eso es una locura —aseguró Carlos —jamás vendería este lugar. Es más… tengo pensando quedarme a vivir aquí.

Los ojos de Peter se abrieron sin poder creerlo, y luego una tonta sonrisa se dibujó en su rostro.
—¿En serio? —inquirió sorprendido.
—Jamás bromeo con esas cosas, Peter.
—Lo sé, lo sé…
—Lo que me extraña es que hayas siquiera pensado que yo podía vender este lugar, ¿por qué?
—Es que me dejé llevar —le quitó importancia —además de que los muchachos lo vieron llegar con una… pareja o algo así. Pensaron que eran compradores.
—Ooooh, no, no, no, no son compradores —dijo divertido —son solo Pablo y mi…

La puerta del despacho se abrió y una agitada Mimí entró rápidamente. Ambos hombre se levantaron exaltados.
—¿Qué pasó, mamá? —le preguntó Peter.
—Hirieron… hirieron a tu primo —dijo agitada.
—Mierda —murmuró Peter y salió rápidamente de allí.

Era increíble ver como en el campo todo se iba al carajo en menos de dos segundos. En un momento estaba todo tranquilo, pero al darte la vuelta y volver a mirar, todo era un desastre. Y que en ese momento el involucrado en los pleitos haya sido Gas lo ponía realmente de mal humor. A veces su primo no sabía mantenerse al margen. Le gustaban los problemas.
Salió de la casa con los pasos de Mimí y Carlos detrás. Su madre hablaba efusivamente, mientras era contenida por el señor Esposito. Llegaron a las caballerizas. Todos los peones se giraron a verlo cuando entró. Divisó sentado sobre un barril a Gas con una venda rodeándole el brazo. El rubio miró con un poco de temor a su primo.

—Te juro que no quise que esto pasara —le dijo antes de que Peter pudiera hablar.
—¿Qué pasó? —preguntó y se acercó más a él para revisarle la herida. Le quitó la venda y revisó los daños.
—Al parecer la bala solo lo rozó —dijo Pedro —pero estuvo cerca… muy cerca.
—Quiero saber que demonios pasó —gruñó Peter. Todos se quedaron callados —¡es que nadie va a decirme nada!
—Fueron los Igarzabal —habló uno de ellos al fin. Gas lo miró asesinamente —Federico y Alejandro fueron los que le dispararon a Gas…


Peter se masajeó las sienes. Ya estaba realmente harto de que los hermanos de Rochi intentaran asesinar a su primo. Estaba jodidamente cansado.

—Ya me tienen harto —dijo Peter luego de unos segundos. Miró a Gas —no vas a acercarte más a sus propiedades, ¿entendiste?
—Pero… pero, pero, pero…
—Pero nada, Gas. No te quiero ni a dos metros de sus tierras. No hasta que arregle cuentas con ese par de…
—Tranquilo, hijo —habló Carlos mientras ingresaba con Mimí. La mujer sofocó un sollozo y se acercó rápidamente a su sobrino. Le besó la frente, le acarició el rostro.
—Ya, tía —dijo Gas algo avergonzado. Peter miró fijo a su jefe.
—Yo mismo voy a encargarme de hablar con ellos. Igarzabal me debe varias cosas —aseguró Calos. 



CONTINUARA...


YA QUEDA MENOS PARA EL ENCUENTRO LALITER 

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