jueves, 26 de febrero de 2015

Wild Horses 9






CAPITULO 9

Se sentía como en una especie de película de espionaje. Y a decir verdad no había podido dormir en toda la noche, pensando en cómo haría para salir de allí sin hacer ningún ruido. Además de que no había podido dejar de pensar en Peter y en que la había citado en las caballerizas. ¿Hablarían bien allí? ¿Él le diría todo lo que pensaba de ella? su corazón se aceleró al pensar que estaría a solas con él. Logró salir de la casa sin hacer ningún escándalo. Soltó un suspiro y miró encantada a su alrededor. El sol comenzaba a asomarse, bañando a aquel campo de luz. Los suaves sonidos de las aves llegaron a sus oídos. Aquello si que era paz. Respiró profundamente y comenzó a caminar hacia las caballerizas. No se sentía demasiado segura de si era correcto. Pero de ninguna manera podía evitarlo. Tenía ganas de verlo, de saber por qué la había citado allí.
Comenzó a caminar hacia el lugar indicado. Se sentía como una boba niña de 15 años, estaba emocionada. Al parecer aun no había ningún peón por allí, ya que todo estaba completamente desierto.
Llegó y entró con cuidado. Aquel familiar olor volvió a invadirla. Miró a su alrededor buscando a Peter y él no estaba allí. Miró la hora en su reloj y marcaban las 7 en punto. Frunció el ceño. El sonido de un caballo le hizo levantar la mirada. Se congeló. No podía ser cierto… aquel, ese… ese era su caballo blanco. Sin poder evitarlo comenzó a caminar hacia él. El caballo se giró a mirarla y retrocedió unos pasos, mientras hacía un sonido con la boca. Se acercó un poco más pero se detuvo. Tenía miedo, el mismo miedo que había tenido la primera vez que lo había visto.

—No le tenga miedo —dijo él.

Lali giró rápidamente para encontrarlo parado en la puerta del establo, semi apoyado contra el marco.

—¿Es él? —le preguntó con un poco de timidez. Peter sonrió de costado e ingresó del todo. El pulso de Lali se aceleró.
—Si, es White.

Ella volvió a mirar al animal. Su corcel blanco estaba realmente hermoso. Sonrió levemente. Peter había cumplido su promesa de cuidarlo. En cambio ella… ella no había hecho nada. Se sintió una basura, y no era exagerado. El caballo resopló y Lali le prestó atención de nuevo. Quería tocarlo, pero no sabía como iba a reaccionar ante una desconocida.

—No le tenga miedo —volvió a decirle —el no le hará daño…

Lali volvió a mirar a Peter y ahora el ojiverde estaba un poco más cerca. Sintió una presión en el pecho.

—Es que… no me conoce, no tiene ni idea de quien soy —dijo ella.

Peter suspiró y caminó hasta estar a su lado. Lali fue muy consciente de sus diferencias. Mientras él era todo músculo y fibra, ella era toda delicadeza y ropa cara. Peter se veía sexy como el infierno con aquel sombrero de vaquero. Pero la ponía nerviosa. La ponía nerviosa no poder ver bien sus ojos, no saber si él la estaba mirando, o como la miraba. Quería quitarle ese sombrero de un manotazo. Tragó saliva.

—White —lo llamó él al caballo.

Al instante el animal lo miró e hizo un relinche. Lali lo miró asombrada, era increíble que le respondiera de esa manera.

—Es increíble —musitó.
—¿Sabes quien es ella? —preguntó él. White meneó la cabeza y volvió a contestar. Lali estaba perpleja —ella es la señorita Lali —el caballo relinchó un poco y golpeó el piso con una de sus patas —puede tocarlo, señorita, él sabe quien es usted.


Ella se armó de valor. Ya no era una niña, no podía temerla a un lindo animal como ese. Pero su valor se fue en un abrir y cerrar de ojos. No podía hacerlo, de verdad tenía miedo.
Peter se quitó el sombrero, soltó un suspiro y sin darle aviso se acercó a ella por detrás y tomó su mano. Ella se quedó completamente quieta sintiendo su cercanía. Su mano era el doble más grande que la suya. Fuerte, áspera, caliente. Con cuidado la hizo caminar hacia delante, aun sosteniendo su mano. La levantó un poco cuando el caballo se acercó a ellos. Lali retrocedió unos pasos soltando un suspiro de sorpresa. Pero se encontró con el pecho de Peter. Un escalofrío le recorrió el cuerpo.
White se acercó otro poco a ellos, hasta que la mano de Lali se apoyó sobre su hocico. La mano de Peter seguía sobre la de ella, e hizo el movimiento descendente para que ella acariciara a White. Se quedaron en silencio.
El corazón de Peter latía rápido. Él no sabía bien por qué estaba haciendo aquello. No debería estar tan cerca de ella. Su perfume lo rodeó. La tenía tan cerca, era como un sueño.
Ella se mordió los labios. La situación era la misma que hace diez años atrás. ¿Qué debería hacer ahora? ¿Besarlo? Sacudió la cabeza.

—¿Lo ve? —inquirió él cerca de su oído —el no va a hacerle daño.

Lali se estremeció, su voz era tan masculina. Giró un poco la cabeza para encontrarse con sus ojos a escasos centímetros.

Él podía besarla si se inclinaba un poco, y la idea lo emocionó de una tonta manera. Ya no era un niño, no iba a besarla como tal. Pero, por dios, era como una extraña para él ahora. Aunque en su mirada chocolate podía ver que ella seguía siendo la misma de siempre. Se había ido una niña y ahora veía una mujer. Una hermosa mujer. Se alejó de ella rápidamente. Eso era extraño, él no podía comportarse de esa manera.

Lali se quedó quieta en su lugar, acariciando a White por si sola. No sabía que decir, ni que hacer. Todo era tan raro. Acomodó su garganta.

—Está realmente hermoso White, Peter —le dijo para romper el hielo.

Él se rascó la nuca y no la miró.

—Es el mejor caballo de la estancia.

Lali le sonrió al caballo y lo palmeó un poco. White se le acercó más hasta tocar su rostro con su hocico. Lali rió por lo bajo. Peter la miró, y su corazón palpitó. Se veía tan hermosa allí parada, casi abrazando a White. Al parecer el caballo no lo había olvidado. Él no se mostraba tan cariñoso con las personas.

—Peter—lo llamó ella sin mirarlo.
—¿Si? —le preguntó. Lali tenía los ojos cerrados y ahora abrazaba a White. Era como si estuviera recordando algo.
—¿Recuerdas cuando éramos niños y jugábamos a las escondidas? —inquirió y abrazó un poco más fuerte a su caballo. Se sentía bien así —tú te escondías en algún lugar de la caballeriza y yo tenía que buscarte. Y cuando te encontraba…

Abrió los ojos y él no estaba allí. Frunció el ceño extrañada. ¿Podía ser posible que él se fuera dejándola sola? Pero entonces escuchó el sonido de algo que se caía. Sonrió al recordar que esa era la señal. Él estaba escondido en algún lugar.
Comenzó a caminar, pero el sonido de paja bajo sus pies era muy delatador. Se quitó los zapatos y los tiró a un costado.

—¿Dónde podrá estar? —preguntó con cierto tono de burla.

Peter sonrió mientras estaba escondido detrás de uno de los caballos. No podía creer que ella recordara algo como aquello. Al parecer lo tenía presente. ¿Tendría presente también aquel beso que compartieron en aquel lugar? Tal vez no…
Un sonido proveniente de unas de las cuadras alertó a Lali, él estaba cerca. Ella se acercó en silencio y se asomó de repente pensando que él estaba allí. Pero no, no estaba. Miró hacia su derecha y sonrió con malicia. Ya sabía en donde estaba.
Peter no escuchó ni un sonido más. Aquello era extraño. Asomó la cabeza con cuidado y Lali no estaba por ningún lado. ¿Se habría ido?

—¡Te encontré! —exclamó de repente haciendo que él cayera hacia atrás.

La morena estalló en risas.

—Esto no debería ser así —se quejó él divertido mientras se incorporaba.

Lali no podía dejar de reír, estaba tentada. Trato de calmarse, pero cada vez que lo hacía volvía a estallar en carcajadas.

Peter arqueó una ceja cuando ella se calmó del todo. Era su turno de vengarse.

—Oh, no —musitó ella.

Sin pensarlo dos veces comenzó a correr, ya que lo que venía después de haberlo encontrado eran las malditas cosquillas.
Peter fue mucho más rápido de lo que ella había esperado y en un abrí y cerrar de ojos ya la había atrapado. Cayeron juntos al suelo. A Lali le dolía el estomago, la garganta y hasta el pelo de tanto reír. Él era malvado, si que lo era.
Pero de alguna manera lo logró y giró sobre la paja, quedando sobre él. Ella también podía vengarse. Recordaba que Peter no era muy cosquilludo como ella, pero si que tenía un punto débil. Y ese era el cuello. Peter intentó esquivar sus manos pero no pudo. Le dolía el abdomen de tantas risas. Volvió a girar para vengarse. Y otra vez, y otra vez…

—Ya… ya no… puedo más, Peter —dijo ella sin dejar de reír.

Él detuvo sus manos y ambos comenzaron a calmar sus risas. Aquello había sido tan divertido. Pero todo rastro de diversión se fue cuando fueron consientes de cómo habían quedado.
Ella lo miró fijo a los ojos. Él había quedado sobre su cuerpo. El peso masculino era simplemente agradable, y no la aplastaba.

Peter la observó detenidamente, ¿por qué iba a ser tan linda? y de repente su mirada bajó hasta sus labios. Estaban semi abiertos…

—Lali, ¿estás aquí…? —preguntó entrando a la caballeriza. Sus ojos se abrieron bien al ver la escena.
‘No way, arruiné el momento’ —pensó Poli.

Peter se puso rápidamente de pie y tomó una mano de Lali
 para pararla de un solo tirón. Ella comenzó a acomodarse nerviosamente, mientras que Lali levantaba su sombrero del suelo y se lo colocaba.

—¿Qué pasó, Poli? —preguntó nerviosa.
—Estaba buscándote —miró a Peter y volvió la mirada a ella —porque el desayuno ya esta listo…
—¿Ya? —preguntó asombrada —¿qué hora es?
—Más de las 8.30 —contestó su amigo.
—Bien —habló Peter—voy a ver si mi madre necesita ayuda.

Salió de allí rápidamente, dejando a Lali completamente sola con la escena a cuestas. Ella miró a su amigo y sin decir nada comenzó a quitarse la paja que le había quedado en el cabello. Poli se tocó el mentón, mientras reprimía una sonrisa.

—¿Y bien? —le preguntó.
—Y bien, ¿qué? —dijo ella.
—Vamos linda —dijo divertido —¿qué estaban por hacer?
—No seas mal pensado, Pablo Martinez —dijo con tono firme.
—¿Mal pensado yo? —inquirió —no, mi vida, estás muy equivocada. Porque déjame decirte que encontrar a dos personas en el suelo de una caballeriza, una encima de la otra, jadeantes… da que pensar.
—Pues, estás pensando mal… —lo miró bien —y no estábamos jadeantes.
—¿Entonces que estaban haciendo? —le preguntó y se acercó a ella para ayudarla con su cabello. La miró divertido —porque no estaban hablando, darling.
—Estábamos jugando —dijo ella.
—¿A que? ¿a revolcarse apasionadamente en la caballeriza? —dijo con cierto tono de burla.

—No, Peter
. Estábamos jugando a las escondidas. Lo encontré y comenzó a hacerme cosquillas y yo a él como cuando éramos niños.
—Pero ya no son niños, ¿qué necesidad tenían de jugar?
—Fue un… impulso —dijo algo fastidiada.
—Como su beso de hace 10 años —dijo enternecido —¿se besaron?
—¡No, no nos besamos!
—Solamente porque yo llegué —exclamó —soy un idiota, no tuve que haber venido, ¡no tuve que haber llegado!

Lali se alejó de él y comenzó a caminar hacia la salida. Poli la siguió

—Mira no sé que es lo que debe estar maquinando tu pervertida mente, Poli. Pero Peter es un gran amigo para mí, como un hermano.
—Si, por eso se besaron —dijo asintiendo.
—¡Éramos niños! —chilló —fue solamente para experimentar.
—Oh, por favor ¿acaso vas a decirme que no sentías nada por él cuando eran niños?

Lali siguió caminando hasta que estuvieron fuera del lugar. No le contestó enseguida a Poli porque estaba pensando en aquello. Lo que ella había sentido por Peter siendo una niña no lo podía explicar. Era algo que no había vuelto a sentir por otra persona. Era extraño. Sacudió la cabeza y miró a su amigo. 

—Una no sabe de esas cosas cuando es niña, por el simple echo de que es una niña. Pero no lo sé… creo que me gustaba.
—¿Y ahora te gusta? —le preguntó mientras movía ambas cejas en forma pícara.
Lali se aguantó las ganas de reír.
—Eres intratable, Poli.

—Pero me amas… admítelo —dijo mientras la empujaba levemente —y también admite que ese bombón campestre te movió hasta la médula.
—No, no me gusta —dijo ella poniendo sus ojos en blanco.
—Mentirosa —la acusó él —además es increíble como ese hombre te mira.
Lali se detuvo y lo miró bien.
—Eres un tonto… no me mira de ninguna manera —aseguró. Poli sonrió.
—Claro que si, Lali. Te desea, Sweetness, el papitaso de telenovela, te desea.



CONTINUARA...

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